Salsa barbacoa de fresas

Empezaremos poniendo todas las especias en un cazo con un poquito de aceite ya caliente. Buscamos el que liberen parte de su sabor, así que no lo pongáis a demasiada temperatura o se quemarán enseguida (sobre todo el pimentón).

Picamos la cebolla y el ajo y los incorporamos al cazo, manteniendo el fuego a temperatura suave, con una pizca de sal para ayudar a que se cocinen bien.

Limpiamos las fresas, o los frutos que hayamos elegido, y los cortamos en trozos no demasiado pequeños. Reservamos.

Cuando la cebolla comience a pocharse  un poco, añadimos la fruta y subimos el fuego a una temperatura media. Removemos en todo momento y esperamos a que las fresas queden blandas y suelten parte de su jugo.

De nuevo subimos el fuego y echamos el vinagre y el vino dulce. Removemos en todo momento y mientras reducen incorporamos el azúcar poniendo especial cuidado de que esta última no se queme y de un sabor amargo al resto de ingredientes.

Las fresas deberán acabar casi disueltas en la salsa aunque podemos aplastarlas un poco con la cuchara o utensilio que estemos usando.

Bajamos el fuego y dejamos que todo acabe de cocerse durante unos 20 o 30 minutos más sin dejar de remover de vez en cuando hasta lograr la textura deseada.

La salsa empezará a espesar, y, como en otras ocasiones, deberéis tener en cuenta este punto porque cuando se enfríe lo hará aún más. Por ello, es mejor que retiréis del fuego un poquito antes.

Por último, añadimos una o dos cucharadas de mostaza de dijon o dos cucharadas de mostaza americana.

Y ya tendremos esta nueva variedad de la típica salsa barbacoa lista para usar con carnes a la brasa o con unas riquísimas costillas asadas al horno.

Sugerencia: Como os hemos indicado antes, si no os gustan las fresas podéis usar en su lugar frutos del bosque. Éstos le darán un toque un pelín más ácido y menos dulce a vuestra salsa.