El 24 de octubre de 1975 tuvo lugar en Islandia la primera huelga feminista, una de las manifestaciones más multitudinarias de la historia. En lugar de asistir al trabajo o dedicarse a las tareas domésticas, decenas de miles de mujeres tomaron las calles para protestar por la igualdad de género. Si bien Islandia no era el país más machista en aquellos años, sólo el 5% de las mujeres representaban el parlamento, lo que evidenciaba que el papel que desempeñaba la mujer islandesa no era valorado.

La primera huelga feminista que sacudió el mundo

Desde hace varios atrás, el movimiento feminista se estaba consolidando en diferentes partes del mundo, pero no fue sino hasta 1975 que se produjo la primera gran huelga. Ese mismo año había sido declarado por la ONU como el Año Internacional de la Mujer, entre otras razones, porque se produjo la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer.

En Islandia, las organizaciones de mujeres habían organizado diferentes actividades para debatir y buscar soluciones a las desigualdades laborales, salariales y del ámbito doméstico. La idea de la huelga fue propuesta por el grupo feminista radical “Red Stockings” (medias rojas) y aunque fue muy discutida, finalmente fue aceptada por la mayoría. Pero para conseguir el apoyo total, se sustituyó la palabra “huelga” por “día libre”, convocándose así el “Women’s Day Off”.

El propósito de la manifestación no era otro que demostrar a todo el país que, si las mujeres dejaban de ir a su trabajo, hacer las tareas domésticas y cuidar a sus hijos, la sociedad no podía funcionar. El “día libre de las mujeres” fue una manera evidente de hacerle ver a los hombres la importancia del rol de las mujeres para que reconocieran el valor real que tenía su trabajo dentro y fuera del hogar.

Demandas y Logros

Las demandas de la huelga incluyeron:

Derecho al Voto: las mujeres exigieron el derecho a participar en la vida política y decidir sobre su futuro.

Condiciones Laborales Justas: se solicitó la reducción de la jornada laboral y el aumento de salarios, así como la implementación de medidas de seguridad en los lugares de trabajo.

Derechos Reproductivos y Educativos: se abogó por el acceso a la educación y por el control sobre sus propios cuerpos.

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Esta huelga no solo fue un acto de protesta, sino que también sentó las bases para futuras movilizaciones y luchas feministas en las décadas siguientes.

El “día libre de las mujeres” en Islandia

Durante aquel 24 de octubre de 1975, más de 25.000 mujeres salieron a las calles de Reikiavik, la capital de Islandia para luchar por sus derechos y reivindicar que, pese a haber logrado el voto femenino en 1915, las instituciones públicas seguían en manos de los hombres. En ese año sólo había 3 mujeres diputadas, una cifra muy baja con respecto a otros países del norte de Europa, donde las parlamentarias eran entre el 16 y el 23% de la Cámara.

Más del 90% de las mujeres del país asistió a la convocatoria, logrando paralizar el país por completo. Ese día bancos, fábricas y tiendas tuvieron que cerrar, al igual que plantas enteras de hospitales y fábricas, mientras que los vuelos sin azafatas fueron cancelados. Las escuelas y las guarderías quedaron vacías, obligando a muchos padres a llevar a sus hijos al trabajo.

Para algunos padres, la ausencia de las mujeres en sus hogares y puestos de trabajo fue una prueba de fuego, por lo que a este día también se le conoce como el «Viernes largo».

Un evento sin precedentes

La convocatoria fue un éxito y sus efectos se evidenciaron a corto plazo. Tanto mujeres como hombres se dieron cuenta de que la huelga marcó un hito, sobre todo después de que muchas empresas e instituciones se paralizaran, mostrando la fuerza y la necesidad de las mujeres dentro de la sociedad.

Tras esa jornada multitudinaria, el país aprobó una ley que garantizaba la igualdad salarial al margen del género, lo que marcó el primer paso en la lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras. A ello se le sumó la elección histórica de una mujer como presidenta de la nación y las primeras listas compuestas sólo por mujeres en la parlamentaria de 1983.

En las elecciones presidenciales de 1980 Vigdis Finnbogadóttir, una abogada y madre soltera que también participó en la huelga, venció a tres candidatos masculinos y se convirtió en la primera mujer presidenta en Europa. También en la primera jefa de Estado del mundo elegida de forma democrática.

Finnbogadóttir se hizo tan popular que fue reelegida en dos de las tres elecciones que siguieron, lo que hizo que Islandia llegara a ser conocido como «el país más feminista del mundo».

Impacto y Legado

El 8 de marzo se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo. Aunque la primera huelga feminista de 1911 no logró todas sus demandas de inmediato, sí abrió un camino hacia la visibilidad y la reivindicación de los derechos de las mujeres. Cada año, el 8 de marzo se conmemora con diversas actividades y manifestaciones en honor a aquellas que lucharon por la igualdad.

Hoy en día, la memoria de la primera huelga feminista sigue viva, recordándonos la importancia de la lucha por la equidad de género y la necesidad de continuar trabajando por un mundo más justo para todas las personas, sin importar su género.

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