Crema de zanahorias y espuma de queso fresco

Hablar de zanahorias es como hablar del verano, del sol, de ponernos morenos… Pero esta hortaliza, que parece ser la panacea para todos aquellos que quieren lucir un bonito bronceado, posee muchas propiedades más.
Entre ellas, cabría destacar su riqueza en potasio y fósforo (muy beneficiosos para el sistema nervioso), su alto contenido en fibra (favorable para el estomago) y en vitaminas del grupo B (muy recomendable en casos de gastritis), fortalece los dientes y encías (su alto contenido en flúor mantiene el esmalte dental), ayuda a eliminar los cálculos renales (debido al elevado porcentaje de agua que contiene), es buena para la vista (sus betacarotenos actúan como escudo de protección para nuestros ojos, y aunque no nos proporcionen una mejor vista, sí facilitarán el que no empeore), y por si fuese poco, además, estimula el apetito.
Razones más que suficientes para que nuestro plato de hoy sea aún más completo.
Se trata de una receta ligera que presenta dos sabores muy diferentes que juntos te sorprenderán. Dos texturas distintas preparadas de dos formas desiguales.
Y no te preocupes si no dispones de un sifón, te damos una alternativa para que no te quedes sin probar esta deliciosa crema de zanahorias y espuma de queso fresco.
Ingredientes:
Elaboración:
Empezaremos cortando la cebolla en juliana o trocitos pequeños y la rehogamos en un cazo con la mantequilla a fuego suave. Recomendación: Ésta última debe estar a temperatura ambiente.
Lavamos, pelamos las zanahorias y las cortamos en trozos no demasiado pequeños.
Cuando la cebolla esté tierna, subimos un poco el fuego, echamos la zanahoria y un poquito de sal. Removemos bien y cubrimos con el agua con gas. Dejamos que todo se cueza hasta que la zanahoria se ablande un poco. Consejo: El agua con gas podréis encontrarla en cualquier supermercado, además, según profesionales del terreno digestivo, es muy aconsejable en caso de padecer alguna dolencia estomacal.
Cuando las verduras estén listas, las sacamos del agua y las ponemos en el vaso de la batidora.
Batimos e iremos añadiendo agua poco a poco hasta conseguir una crema que posea una textura ligera, no muy espesa pero con algo de cuerpo. Reservamos.
La espuma de queso fresco es muy sencilla. Para prepararla, batimos con unas varillas el queso fresco y agregamos unas cucharadas de yogur hasta obtener una mezcla espesa. Truco: Para saber si hemos conseguido el punto exacto, coge una pequeña cantidad con una cuchara y ladéala, si la mezcla resbala despacio por ella lo habremos logrado. Es importante que no quede liquida si queremos que la espume se forme bien.
Con ayuda de un embudo, lo metemos en el sifón, tapamos y lo llenamos con las dos cargas. Lo ponemos boca abajo, lo agitamos bien y con suavidad vamos poniendo un poco de nuestra espuma en el plato.
Alrededor serviremos la crema de zanahoria. Hacedlo con mucho cuidado para evitar que la espuma baje. Si lo deseáis podéis realizar este proceso a la inversa, colocando primero la crema y después la espuma, pero siempre teniendo en cuenta la temperatura de lo primero que pongamos.
Si no disponen de sifón, puedes usar nata. Solo tendrás que montarla y añadírsela al queso batido mediante movimientos envolventes hasta obtener una textura firme.
Ya tenemos nuestra crema de zanahorias con espuma de queso fresco.
Sugerencia: Una vez esté terminada la crema, puedes echar por encima un chorrito muy fino de aceite de oliva o de una salsa de leche de coco reducida con curri y cilantro. Ambas opciones aportarán un sabor extra que no pasará desapercibido.