Pollo crujiente

Cómo conseguir que la piel de pollo quede crujiente

Cómo conseguir que la piel de pollo quede crujiente
Cómo conseguir que la piel de pollo quede crujiente

El pollo es uno de los alimentos que más consumimos cada año, una interesante opción para no comer tanta carne de vaca o cerdo que destaca por sus nutrientes y esa versatilidad que nos permite prepararlo de diferentes formas. Y dado que muchas personas lo prefieren asado, hoy veremos qué hacer para que la piel de pollo quede crujiente.

Es que probablemente alguna vez hayas pretendido darle en casa esa textura típica de bares y restaurantes. Pero si has tenido problemas para lograr que el resultado sea el mismo, es porque no conoces estos secretos.

Qué hacer para que la piel de pollo quede crujiente

Antes de ir al tutorial, hay que aclarar que la carne de pollo no sólo tiene poquísima grasa, sino que además representa una fuente fiable de proteínas, y es ideal para perder peso sin resignar tanto en sabores.

Si quieres adelgazar, sin embargo, lo más recomendable es que intentes quitar la piel del pollo, ya que en ella se acumula la mayor parte de la grasa de este animal. Pero si deseas darte el gusto en algún momento, conviene darle esta apariencia de crujiente tan característica para que al menos el haberte salido de la dieta valga realmente la pena.

Pollo asado con piel crujiente, paso a paso

Lo primero son los ingredientes, y para tu pollo asado vas a necesitar una serie de elementos fáciles de conseguir. Antes que nada un pollo, luego tomillo, romero y pimienta negra, y para finalizar vino blanco y aceite de oliva. Adicionalmente, puedes sazonarlo con zumo de limón, dientes de ajo y sal. Esto queda a criterio tuyo.

Reunidos todos los ingredientes, tritura las especias en un mortero, y añade el vino blanco y el aceite de oliva. Siempre que agregues zumo de limón, súmalo en este paso. Listo el macerado, debes tomar una brocha y esparcirlo por toda la piel del pollo, «pintándolo». Deja que repose por unas tres horas previo a cocinar.

Transcurrido ese tiempo, coloca el ave en una bandeja en la que quepa perfectamente y envíala directo al horno. Sugerimos precalentar a unos 200° C antes de meter el pollo y, alcanzada la temperatura, debe permanecer aproximadamente una hora cocinándose. Es clave que durante toda esa hora no vayas a abrir el horno.

Finalizados los 60 minutos, activa el grill para darle un toque extra de calor a máxima potencia, otros 10 minutos. Haciendo esto, te asegurarás de que la combinación del macerado y las altas temperaturas le den ese sabor crujiente.

Ahora sólo resta que lo acompañes con algunos vegetales y lo lleves a la mesa para disfrutarlo con los tuyos.

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