Confitura de tomate casera
Hacer nuestras propias conservas en casa es una de las mejores cosas que existen. El placer de poder comer algo que hemos preparado con nuestras propias manos y que es de lo más sano y natural no tiene precio alguno porque en nuestra opinión, es cierto que todo lo casero sabe distinto (y mejor).
Nosotros somos verdaderos fans de las mermeladas y las confituras, elaboraciones diferentes que, en ocasiones, pueden llegar a ser confundidas entre sí, pero que se distinguen por su manera de ser cocinadas.
Por un lado, la mermelada basa su elaboración en la cocción de la fruta elegida en una cantidad determinada de azúcar (de hecho se cocina en ésta junto con el propio azúcar que ella misma libera) y va siempre entera, mientras que la confitura se prepara en una base de almíbar (conteniendo más proporción de azúcar) y se emplea la pulpa o la carne troceada o en puré.
Pese a esta ligera diferencia, ambas recetas son una de las mejores formas de aprovechar esa fruta que tenemos por casa o, de tener en nuestras despensas el mejor ingrediente para hacer de nuestros desayunos o meriendas algo delicioso. Además, podremos emplearlas para cocinar numerosos platos.
¿Y sabéis lo mejor de todo? Pues que podéis hacer todas las confituras y mermeladas que se os ocurran (como estas de arándanos, de ruibarbo y fresas o de higos) ya que estas técnicas admiten multitud de sabores y mezclas.
Nuestra propuesta de hoy se trata de una confitura de tomate casera que hará las delicias de todo aquel que la pruebe. Es fácil, rápida, muy sencilla y un pelín diferente, ya que no tendremos que hacer almíbar alguno.
¿Intrigados? Pues 3, 2, 1… ¡Empezamos!
Ingredientes:
Elaboración:
Comenzaremos escaldando los tomates para poder pelarlos bien.
Quitaremos el tallo y realizaremos un leve corte en forma de cruz en la parte inferior de cada uno.
En una olla pondremos agua a fuego medio y cuando hierva, los meteremos, dejaremos unos 30-40 segundos desde que el líquido entre en ebullición de nuevo (ya que al meter los tomates la cocción parará) y, transcurrido ese tiempo, los sacaremos con ayuda de una espumadera.
Veréis que las puntas de las pieles donde hicimos el corte se habrán levantado como arrugándose hacia arriba, algo que nos permitirá pelarlos mejor una vez podamos tocarlos.
Cuando hayan perdido temperatura, retiraremos la piel, quitamos las pipas y los cortaremos en diversos trozos.
En un cazo añadimos los tomates, el azúcar y la canela. Coceremos a fuego lento durante unos 40 minutos y tras este tiempo, trituraremos con la batidora y, si deseamos un resultado más suave, pasaremos por el pasapuré, de estar forma eliminaremos los posibles restos de semillas que queden.
Ahora solo nos quedará envasar esta riquísima confitura. Para ello, buscaremos unos frascos que estén correctamente esterilizados (si no estáis seguros podéis hervirlos para eliminar posibles agentes tóxicos) y verteremos el contenido en ellos hasta llenarlos. Taparemos con fuerza y los colocaremos en una olla en la que habremos puesto primero un paño en la base para que cuando el líquido hierva y los tarros se muevan, no se golpeen los unos a los otros y terminen rompiéndose. Dejamos que cuezan durante 20-25 minutos y comprobamos que hayamos realizado bien este proceso. Para saber si están correctamente envasados tan solo tendremos que presionar la superficie de la tapa y si notamos que cede como si se hubiese creado una bolsa de aire bajo la misma, el resultado no será el adecuado.
Una vez envasados, ya podremos disfrutar de esta exquisita confitura de tomate casera que podremos tomar con una rebanada de pan tostado o, acompañando a la carne que más os guste.