Con modelo Ayuso, Mañueco o Moreno-Olona

Con modelo Ayuso, Mañueco o Moreno-Olona

A medida que avanza la legislatura, se hace más evidente el desastre que el actual Gobierno sanchista significa para España, tanto en términos de pérdida de reputación internacional, como en su dimensión interior. El transcurso del tiempo -que «vela y desvela razones»- hace cada vez más comprensible los motivos por los que aquella ejecutiva federal del PSOE del 1 de octubre de 2016, obligó a Sánchez a abandonar la Secretaría General que ostentaba. Precisamente, querían impedir que hiciera lo que finalmente viene haciendo desde que, apoyado por las bases más radicalizadas del partido, unos meses después volviera a la Secretaría General, de la que había sido expulsado tras ganar las primarias alentadas por su «No es no, señor Rajoy, ¿qué parte del no ha entendido?».

Esta doble negación era para oponerse a facilitar una investidura por parte del nuevamente vencedor Rajoy -que le ofreció incluso un pacto de gran coalición para gobernar- tras haberse tenido que repetir las elecciones por vez primera desde la aprobación de la Constitución, después de haberlas ganado el PP con 123 escaños y ser derrotado el PSOE con él de candidato con tan solo 89. Repetidos los comicios el 26 de junio de 2016, el PP como decimos volvió a ganar, ahora con 137 diputados, y Sánchez se hundió aún más con 84. Pese a ello se negó -con su «no es no»- a la mera abstención técnica de un simple puñado de diputados de su grupo parlamentario para facilitar la investidura del ganador, que había repetido victoria con más de un 33% de votos, e impedir el lamentable escenario de tener que repetir los comicios por tercera vez.

Recapitular esta historia sucedida hace tan solo seis años, es útil y necesario para entender bien lo que está sucediendo desde que Sánchez es Presidente del Gobierno, y porqué son los enemigos de la misma realidad de España los que le auparon y mantienen en La Moncloa. Estos grupos -Podemos, ERC, Bildu…- jamás hubieran podido imaginar que tendrían al frente del Gobierno de España a una persona como él, dispuesta a ceder lo que fuera de las propias instituciones del Estado para satisfacer sus exigencias y continuar en el poder.

En el plano internacional, nuestro daño reputacional tuvo el símbolo protocolario en aquella bochornosa escena de Sánchez suplicando unos segundos de imágenes junto a Biden —que no Trump…— en la sede de la OTAN en Bruselas. Políticamente, también ha sido marginado de todos los encuentros mantenidos por la Casa Blanca con líderes europeos con ocasión de la guerra en Ucrania. En el plano interno, el deterioro institucional ha afectado a diversos servidores públicos, que han sido sacrificados a los enemigos del Estado por cumplir con su deber, siendo el vergonzoso caso de la directora del CNI, el último de la larga lista de esas víctimas. Así se lo recordaba a Sánchez en la pasada sesión de control del Congreso el portavoz de Cs, represaliado en tanto que ex jefe de la Abogacía del Estado.

Ante una persona de esas características, queda descartada la posibilidad de una dimisión o de un adelanto electoral, ya que Sánchez todo lo fía a ese segundo semestre del año próximo donde espera lucirse como líder internacional ejerciendo la presidencia «pro tempore» que le corresponde a España en la UE. Pero no le espera un camino de rosas durante el año que resta hasta entonces, con las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2023, y sobre todo con el test de las elecciones andaluzas del mes que viene, en las que las expectativas del PP son muy favorables frente a un PSOE sin liderazgo andaluz. En ellas, Feijóo tendrá su primera e importante prueba al frente de un PP en alza, una vez recobrada la confianza en una alternativa creíble y madura que ya ha tenido la confirmación de la valía de Ayuso, reconocida por la actual dirección y regateada antes con tanta miopía política como inmadurez.

Pero que Juanma Moreno no se equivoque de adversario hablando de «eventual repetición electoral». Hoy es urgente y prioritaria la alternativa nacional, sea con modelo Ayuso, Mañueco o Moreno-Olona.

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