Laya sale del Gobierno tras la crisis con Marruecos por el caso Ghali y el asalto a Ceuta

Arancha González Laya crisis
La ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya y su homólogo marroquí, Nasser Bourita. Foto: EP
Juanan Jiménez
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Arancha González Laya deja la cartera del ministerio de Exteriores tras la crisis con Marruecos por el caso Ghali, que se encuentra en estos momentos en plena investigación para depurar responsabilidades, que provocó el asalto masivo a Ceuta de más de 10.000 inmigrantes ilegales. Laya será sustituida por el actual embajador de España en Francia, José Manuel Albares.

Pedro Sánchez ha decidido dar un giro a la política exterior española incluyendo la salida de Arancha González Laya, hasta ahora ministra de Exteriores, en la remodelación del Ejecutivo que ha anunciado este sábado. Laya estaba en entredicho por la falta de peso a nivel internacional de España pero, sobre todo, por una de las crisis más graves vivida con Marruecos en las últimas décadas.

La decisión de acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, enfermo de coronavirus provocó una grave crisis con Marruecos de la que España todavía está pagando las consecuencias. Hay que recordar que el líder polisario recibió el visto bueno del Gobierno de Pedro Sánchez para tratarse del Covid en España, después de que Argelia intentara de manera infructuosa llegar a un acuerdo con Alemania.

Si la presencia de Ghali en España ya era un golpe a las relaciones bilaterales con el reino alauí, la forma en la que llegó a nuestro país no deja lugar a dudas de que tanto Pedro Sánchez como Arancha González Laya eran conscientes de que iban a provocar una crisis con Marruecos.

Ghali llegó a finales de abril a España en un avión privado medicalizado. Aterrizó en Zaragoza bajo una identidad falsa y fue trasladado a un hospital en Logroño. OKDIARIO desveló no sólo la habitación en la que estaba Ghali sino el séquito que le acompañaba en su estancia hospitalaria.

La reacción de Marruecos ante lo que consideraron un agravio para las relaciones bilaterales fue permitir, gracias a la pasividad de su policía, que cerca de 10.000 inmigrantes ilegales cruzaran la frontera de Ceuta en un solo día, desbordando a la Policía y a la Guardia Civil y obligando al Gobierno socialcomunista incluso a movilizar al Ejército para impedir nuevos asaltos.

En todo momento, Marruecos desvinculó la pasividad de la Gendarmería marroquí y el asalto a Ceuta como posible respuesta a la presencia de Ghali en España.

Las relaciones diplomáticas estaban al borde de la ruptura. Marruecos amenazaba con romper con España ya que el tema Saharaui se considera «casus belli» por parte de las autoridades del reino. El tira y afloja diplomático continúo hasta la salida de Ghali de España el 2 de junio, no sin antes producirse un nuevo incidente diplomático de gravedad entre el Gobierno de España y el de Marruecos.

Un avión de la Fuerza Aérea Argelina intentó sacar a Ghali de España el día 1 de junio. Sin embargo, la aeronave tuvo que darse media vuelta cuando sobrevolaba Ibiza ya que las autoridades españoles no le concedieron permiso para aterrizar. Marruecos volvía a tensar la cuerda dado que consideraba de nuevo un gesto poco adecuado por parte de Sánchez y Laya que un avión oficial argelino recogiera al líder polisario.

Finalmente, un avión medicalizado, de una empresa privada, trasladó en plena madrugada del 2 de junio a Ghali con –con nocturnidad y casi a escondidas– desde Pamplona a Francia para después emprender viaje a Argelia.

Pese a ello, las relaciones todavía no han regresado a su cauce. Marruecos no entiende cómo, además, un hombre como Ghali que tuvo que prestar declaración ante la Audiencia Nacional por varios delitos de los que era acusado, como delitos de lesa humanidad o violación, podía salir del país sin que existieran medidas por parte de la Justicia española.

Esta crisis dejó tocada a Arancha González Laya cuya labor al frente de Exteriores siempre ha sido puesta en entredicho, incluso con declaraciones de Pablo Iglesias inmiscuyéndose en asuntos de política exterior como el marroquí o de relaciones con países sudamericanos.

El paseíllo de Biden

Uno de los ejemplos del poco peso con el que España cuenta en política exterior quedó patente tras los 29 segundos de paseíllo de Pedro Sánchez persiguiendo al presidente de EEUU, Joe Biden, en plena cumbre de la OTAN, en Bruselas.

Los medios afectos al Gobierno socialcomunista destacaron el «encuentro» entre Sánchez y Biden como un logro diplomático, pero lo cierto es que las imágenes golpearon duramente a la credibilidad de España como socio estratégico de Estados Unidos.

Hay que recordar que desde que fue elegido presidente y tomó posesión, Biden ha ninguneado a Pedro Sánchez, convirtiéndole en uno de los pocos líderes de las principales potencias mundiales con el que todavía no ha mantenido un encuentro. Bueno, salvo los 29 segundos de paseíllo.

Las relaciones entre Estados Unidos y España han sido otra de las asignaturas suspendidas por Arancha González Laya y que ha propiciado que haya sido una de las ministras defenestradas por Sánchez en esta crisis de Gobierno.

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