El diccionario en clave de la trama: de «el pequeño» (Cerdán) al «Guipuchi/Guipu» (el empresario vasco)
Ábalos era "barriguitas", el PSOE era "la ganadería" y las comisiones, "lo suyo"

La investigación de la Guardia Civil sobre la trama de corrupción del PSOE ha desvelado un sistema de comunicación en clave utilizado por los investigados para ocultar sus actividades ilícitas. El informe documenta cómo Santos Cerdán era conocido como «el pequeño», mientras que el empresario vasco Antxon Alonso recibía los alias de «Guipuchi», «Guipu» o simplemente «G», en referencia a su origen guipuzcoano. Este léxico secreto se suma al ya conocido argot donde Pedro Sánchez era «el 1», Ábalos «el jefe» o «barriguitas», Koldo «grandullón» y Delcy Rodríguez «la jefa».
Los investigados desarrollaron un intrincado vocabulario críptico para evitar ser detectados en sus comunicaciones sobre adjudicaciones irregulares de obra pública y pagos de comisiones. La ex pareja de Koldo García empleó el apelativo «el pequeño» para referirse a Santos Cerdán en conversaciones de marzo de 2018, evidenciando la naturaleza habitual de estas denominaciones encubiertas.
El nuevo término revelador del diccionario era «ganadería», utilizado sistemáticamente para referirse al PSOE. José Ruz, empresario de la constructora LIC, advirtió en marzo de 2022 que dejar empresas «fuera del baile» no era «conveniente para la ganadería», según consta en las conversaciones interceptadas por la Unidad Central Operativa.
El empresario Antxon Alonso, conocido como Antxon, recibía múltiples denominaciones encubiertas. Koldo García se refería a él como «Guipúzcoa», «Guipuchi», «Guipu», «Gui» o simplemente «G», derivados de su provincia de origen. En una grabación, García identificó claramente: «sí, pero fue él, con Antxon, ¿vale? Antxon Egurrola, el guipuchi».
Fernando Merino, ex directivo de Acciona, aparecía registrado en los contactos de Koldo como «Fernando Cordobés» o «Cordo», en referencia a su origen andaluz.
La complejidad del argot se extendía a los diferentes niveles jerárquicos. Santos Cerdán, además de «el pequeño», también era referenciado como «Santi» en documentos enviados entre los investigados. Un archivo sobre nombramientos ministeriales enviado por Koldo a Fernando Merino el 10 de junio de 2018 llevaba mecanografiado el nombre «SANTI» en la esquina superior derecha.
José Luis Ábalos recibía el tratamiento de «jefe» o «Jose» en la mayoría de conversaciones, mientras que su contacto en algunos dispositivos aparecía como «barriguitas», según la ex mujer de Koldo. Esta denominación familiar evidenciaba la cercanía entre los investigados y la naturalidad con la que discutían temas comprometedores.
«Dos obras y que le follen»
La palabra «obras» se sustituía frecuentemente por eufemismos como «temas», «asuntos» o «cosas». En las grabaciones de noviembre de 2020, Koldo García mencionaba que Santos Cerdán «está capacitado, porque Óscar [Puente] le escucha. Conseguimos dos putas obras y que le follen», utilizando un lenguaje soez pero directo sobre su objetivo de obtener adjudicaciones.
Los pagos también tenían su propia terminología secreta. Las comisiones se denominaban «lo suyo», «lo que hay» o «lo que se debe», mientras que las cantidades específicas se mencionaban en términos vagos como «cuatrocientos y pico» en lugar de especificar los 450.000 euros exactos.
El documento policial revela incluso el uso de tecnología para mantener el secreto. Koldo García empleaba teléfonos desechables denominados «líneas seguras» para comunicarse con empresarios como José Ruz, considerando las aplicaciones como Signal «la mayor gilipollez del mundo», según sus propias palabras.
La investigación documenta cómo este sistema de comunicación encriptada funcionó durante años sin levantar sospechas. Desde 2015 hasta 2024, los investigados mantuvieron sus identidades ocultas tras estos pseudónimos, organizando un entramado de corrupción que habría desfalcado más de un millón de euros en fondos públicos.
Lenguaje soez
El nivel de control que ejercían los investigados sobre las adjudicaciones públicas queda patente en la indignación mostrada por Koldo García cuando algún contrato se escapaba de su supervisión. En una conversación de abril de 2019 con Ábalos se lamentaba de que cuatro obras de la Dirección General de Carreteras hubieran sido adjudicadas a empresas desconocidas: «Se han dado al coño de su madre, que no sabemos quiénes son esas empresas».
Afeaba que las empresas «grandes» habían «hecho el presupuesto como les ha salido de los cojones» y habían caído en baja temeraria, lo que permitió que constructoras ajenas al sistema se llevaran contratos por valor de 70 millones de euros cada uno, rompiendo así la dinámica de adjudicaciones controladas que caracterizaba la trama de corrupción.
La meticulosidad en el desarrollo de este léxico secreto desencriptado por la UCO, que se extiende desde «el 1» en Moncloa hasta «Guipu» en Navarra, demuestra la premeditación y el carácter organizado de la presunta trama criminal. Un verdadero diccionario de la corrupción donde cada alias escondía una pieza del engranaje que ahora la justicia pretende desentrañar palabra por palabra.