Cuando 5 votos manchados de sangre valen para Sánchez más que la dignidad de 856 asesinados
Tomen aire, porque la lista de presos etarras que serán trasladados a cárceles más próximas al Pais Vasco es hoy insoportablemente larga. José Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri, el que fuera jefe de los comandos de la banda terrorista durante la década de los 90 y responsable de los asesinatos, entre otros, del dirigente socialista Fernando Múgica Herzog y del concejal del PP en Sevilla Alberto Jiménez-Becerril y su esposa, será conducido de la prisión de Murcia a Logroño. Kantauri, además, planeó el asesinato fallido del Rey Juan Carlos.
Asimismo, el Ministerio del Interior ha comunicado al etarra Joanes Larretxea Mendiola, condenado a 44 años por el asesinato del concejal socialista de Arrasate (Guipúzcoa) Isaías Carrasco, su traslado desde el Centro Penitenciario de Herrera de La Mancha, en Ciudad Real, al Centro Penitenciario de Asturias. Larretxea participó en el atentado contra Ignacio Uria y fue condenado a 389 años de prisión por intentar una matanza de ertzainas en 2009 al colocar una bomba trampa en un repetidor de Hernani.
Entre los últimos acercamientos de etarras a cárceles más próximas al País Vasco está también Jon Aitor Esnaola, un pastor de ovejas y quesero, cuya labor en la operativa terrorista consistió en ocultar, proteger y poner a disposición de los comandos el mayor arsenal de explosivos incautado a ETA.
Si han sido capaces de leer hasta aquí sin que se les remuevan las tripas, sepan que desde que la coalición proetarra anunció su apoyo a los Presupuestos del Gobierno socialcomunista, el Ministerio de Interior ha acercado a cárceles próximas a sus lugares de origen a 17 etarras. Es el precio que Pedro Sánchez paga por mantenerse en el poder. La memoria de las víctimas, la dignidad de España, la democracia y el Estado de Derecho trituradas por la insoportable vileza de un Ejecutivo que se ha convertido en un vende patrias al por mayor.
Cabe esperar que la historia ponga alguna vez en su sitio a Pedro Sánchez -en el lugar reservado a los traidores-. De momento, la digestión de tanta infamia se vuelve, sencillamente, insoportable. cinco sucios votos manchados de sangre valen para el presidente más que la dignidad de 856 asesinados.
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