El PSOE convenció a Bildu para que rectificara con las listas: «Así no podremos pactar tras el 28M»
Moncloa y Sánchez, a través del PSOE, trasladaron a Bildu que sería muy difícil pactar con ellos con los asesinos en las listas
Moncloa se niega dos veces a responder si ha mediado en la presunta renuncia de los 7 asesinos etarras
Bildu, socio de Sánchez, presenta al 28M a 7 etarras condenados a 158 años por matar a 7 personas
El PSOE pensaba que sería una polémica fugaz más de las que se suscitan durante una campaña electoral. Pero tras cinco días de un ruido acuciante, el domingo, Pedro Sánchez pidió a dos colaboradores suyos poner fin a la polémica. El presidente, según fuentes socialistas consultadas por este periódico, pidió al secretario de Organización, Santos Cerdán, al secretario general del Partido Socialista de Euskadi, Eneko Andueza, y a su portavoz parlamentario, Patxi López, -que niega haber participado en la operación- «hacer ver a Bildu» que, con este escenario, «les iba a ser muy difícil pactar» con ellos tras el 28 de mayo. Y es mucho lo que se juegan ambas formaciones políticas. En Moncloa se negaron hasta en dos ocasiones a responder si hubo mediación.
Con esa petición expresa del jefe del Ejecutivo, con el reloj en contra, Cerdán y Andueza se pusieron manos a la obra por dos flancos distintos. El número 3 del PSOE coordinó los trabajos y ejerció, según distintas fuentes consultadas por este periódico, de enlace con los dirigentes bilduetarras en Navarra. Con ellos ya negoció hace cuatro años la presidencia del Gobierno foral. El líder del PSE, por su parte, fijó como destinatarios de sus mensajes a los miembros de la dirección de Bildu. Aunque nadie se atreve a confirmar si uno de los interlocutores era Arnaldo Otegi. Patxi López, que niega cualquier tipo de mediación, según las mismas fuentes, entabló conversación, «que no negociación», con la portavoz parlamentaria de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua. Unos contactos que se reducen a «lo habitual entre portavoces».
Toda la operación «se llevó muy en secreto», según las citadas fuentes, como es habitual en este tipo de movimientos orquestados desde el despacho presidencial. «Muy pocos sabían lo que se estaba haciendo», señalan fuentes socialistas. Asumiendo que «la discreción ha sido fundamental para lograr el objetivo final». Una carta en el diario Gara de los siete asesinos que aún siguen formando parte de las listas, horas después de todo esto, permitió al PSOE respirar «aliviados». Aunque con la «incertidumbre» del impacto que puede tener en las urnas.
Fuentes del PSOE celebran que los de Arnaldo Otegi «entendieran el mensaje». Se refieren «al que debían dar a las víctimas» y «sobre lo que se jugaban electoralmente en caso de no rectificar». Con asesinos condenados en sus listas, explican en Ferraz, «hubiera sido muy difícil seguir mostrando buena sintonía con Bildu». Eso, según explican, hubiera impedido reeditar acuerdos como el que dirige el Gobierno de Navarra en la actualidad con una presidenta del PSOE o situar a la izquierda abertzale al frente de ayuntamientos como el de Vitoria o el de Bilbao o la Diputación de Guipúzcoa.
Pero la mayor plaza en juego, y lo que habría «obligado a Bildu a rectificar» según fuentes del PSOE, es el Ayuntamiento de Pamplona. Los sondeos señalan que el abertzale Joseba Asiron podría volver a la Alcaldía tras dos legislaturas en la oposición. Y para ello necesitará «sí o sí» el apoyo de los socialistas. De hecho, el secretario de Organización Federal, Santos Cerdán, ya tenía apalabrado antes de la polémica «un cambio de cromos en el que todos salimos ganando». Bildu facilitaría la investidura de María Chivite al frente del gobierno foral y los socialistas la de Asiron en la Alcaldía pamplonesa.
El intercambio de poder en el País Vasco y Navarra -además de Pamplona, Bildu podría gobernar Bilbao, Vitoria, San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa gracias al PSOE- es «clave» para un futuro apoyo de los proetarras a Sánchez en una hipotética nueva investidura del secretario general socialista. En Moncloa saben que los de Otegi «serán imprescindibles» en la suma que permita al actual presidente permanecer cuatro años más en La Moncloa. De ahí que cuando estalló la polémica sobre la presencia de etarras en las listas él adoptase un perfil bajo, muy alejado del que se espera de un cargo como el suyo y mandase a sus colaboradores a no alzar la voz, llevando toda esta operación con discreción.