Transición Ecológica

El Gobierno de Sánchez encarga con fondos UE un dispositivo de agua potable para el palacio de Doñana

Marismillas Doñana
Sánchez y el Palacio de las Marismillas.
Segundo Sanz

El Gobierno de Pedro Sánchez ha destinado 28.435 euros de los fondos europeos a instalar un dispositivo para la generación de agua potable en el Palacio de las Marismillas, en el Parque de Doñana (Huelva), uno de los inmuebles del Estado que el líder socialista suele utilizar como lugar de descanso.

En concreto, según consta en el expediente al que ha tenido acceso OKDIARIO, el contrato tiene por objeto «el suministro de una máquina generadora atmosférica de agua potable para el Palacio de las Marismillas de Doñana, Almonte (Huelva), englobado en el marco del plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea (Next Generation)».

La memoria justificativa de esta contratación señala que el Palacio de Las Marismillas de Doñana, propiedad del Organismo Autónomo Parques Nacionales, entidad pública dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, «no cuenta con acometida de agua de la red pública y cuenta con el sistema de abastecimiento y depuración de la recogida de aguas pluviales». Por ello, según el Gobierno, para «cumplir con los requisitos básicos, se procederá a la colocación de un equipo de generación de agua potable a partir de la condensación del vapor de agua del aire ambiente».

Además, el Ejecutivo sostiene que esta actuación, con cargo a los fondos europeos, se ajusta a la componente de «conservación y restauración de ecosistemas marinos y terrestres y su biodiversidad», en concreto al logro de «un estado de conservación favorable de los ecosistemas terrestres y marinos».

Como entidad adjudicadora del procedimiento figura Tragsa, empresa perteneciente a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), adscrita al Ministerio de Hacienda y Función Pública. El plazo de ejecución del contrato son tres meses, a partir del próximo 1 de agosto, coincidiendo así con los días de vacaciones que suele cogerse el presidente Sánchez.

Además, el pliego recoge que «el suministro de agua potable en el Palacio de las Marismillas, dado su emplazamiento aislado dentro del Parque Nacional, se realiza por medio del aporte y tratamiento de agua procedente de las lluvias y sondeos de pozos, de calidad actualmente muy dudosa y caudales paulatinamente menguantes, así como por medio de la compra y transporte de agua envasada».

En cambio, ahora, gracias a este particular uso de los fondos europeos, «la incorporación -prosigue el Gobierno- de una máquina de producción de agua potable procedente de la humedad ambiental, que funcionaría con energía generada en la instalación solar fotovoltaica que se pretende construir, permitiría reducir dichos aportes externos de agua, avanzando en la capacidad de abastecimiento del complejo al menos para consumo humano».

Junto ello, el Ejecutivo también alega que «con las actuaciones recogidas en el presente proyecto se pretende además eliminar posibles situaciones de riesgo de incendios derivadas de las deficiencias que puedan darse en los cuadros eléctricos del Palacio como consecuencia de su antigüedad».

«Respetuoso»

Para el Gobierno de Sánchez, de esta manera se pretende avanzar en la mejora energética de las instalaciones del Palacio de las Marismillas «dentro de los estándares de la sostenibilidad y la eficiencia energética», así como en la mejora del suministro de agua potable, «acercándonos a un modelo de manejo ambientalmente más respetuoso de los edificios del complejo con el Parque Nacional de Doñana», añade el pliego.

El Palacio de las Marismillas, situado en Almonte (Huelva) y dentro de los límites del Parque Nacional de Doñana, ha sido uno de los destinos habituales de vacaciones de los presidentes del Gobierno y escenario de encuentros de política internacional desde la etapa de Felipe González en los años ochenta. En agosto de 2018 el propio Sánchez recibió aquí a la entonces canciller alemana, Angela Merkel.

Se trata de una construcción de estilo colonial de principios del siglo XX ubicada en el extremo sur de Doñana. Sólo se puede acceder a ella cruzando el Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o, en bajamar, recorriendo 30 kilómetros de playa desde Matalascañas, un aislamiento natural que facilita la seguridad.

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