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Magdalenas ultraesponjosas en 5 minutos: el truco secreto que usan los pasteleros

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En el mundo de la repostería, hay recetas que pasan de generación en generación y otras que se mantienen en secreto detrás del mostrador de una pastelería. Y es que lograr unas magdalenas realmente esponjosas, suaves y con ese copete perfecto no es simplemente una cuestión de elegir bien ingredientes, sino también de aplicar la técnica correcta. Aunque muchas personas piensan que para hacer unas magdalenas sólo hay que mezclar harina, huevos y azúcar, lo cierto es que hay pequeños trucos que marcan la diferencia. Hoy te vamos a contar cómo conseguirlas en apenas cinco minutos, usando un secreto que utilizan muchos profesionales.

Lo que diferencia a unas magdalenas densas de unas esponjosas es, fundamentalmente, el aire que conseguimos incorporar en la mezcla. Y aquí entra en juego el primer truco de los profesionales: batir bien los huevos con el azúcar hasta que la mezcla blanquee y triplique su volumen. Este paso no sólo disuelve el azúcar, sino que introduce aire, lo que ayuda a que las magdalenas suban en el horno. Muchos pasteleros incluso usan azúcar glas para facilitar este proceso, pero también puedes hacerlo con azúcar normal si bates lo suficiente.

Cómo conseguir unas magdalenas perfectas

Para preparar unas deliciosas magdalenas ultraesponjosas necesitarás tres huevos grandes a temperatura ambiente, 150 gramos de azúcar, 150 gramos de aceite de girasol o de oliva suave, y la misma cantidad de harina de repostería, junto con un sobre de levadura química, que equivale a unos 16 gramos. Para potenciar el aroma, puedes añadir la ralladura de un limón o una naranja, aunque es opcional.

No olvides una pizca de sal, fundamental para realzar los sabores, y, si notas que la masa queda demasiado espesa, puedes añadir un chorrito de leche para aligerarla. Como truco adicional, si deseas que la textura sea aún más ligera y delicada, puedes sustituir 30 gramos de harina por maicena, un pequeño detalle que marca una gran diferencia en el resultado final.

  1. Empieza batiendo los huevos junto con el azúcar en un bol grande. Usa varillas eléctricas si tienes, y si no, ten paciencia con las manuales. Lo importante es batir hasta que la mezcla se vuelva muy clara y espesa, formando un hilo continuo al levantar las varillas. Esto puede tardar entre 5 y 8 minutos. Cuanto más aire incorpores aquí, más esponjosas quedarán.
  2. Una vez tengas esa base esponjosa, añade el aceite en forma de hilo, poco a poco, sin dejar de batir. Esto emulsionará la mezcla, como si hicieras una mayonesa dulce, y le dará humedad sin apelmazar la textura.
  3. Tamiza la harina, la levadura y la pizca de sal en otro bol. Agrégalos a la mezcla anterior poco a poco, usando una espátula o varillas manuales, haciendo movimientos envolventes. Añade también la ralladura de limón o naranja si decides usarla.
  4. Deja reposar la masa en la nevera al menos 30 minutos. Este reposo hará que el gluten se relaje, la mezcla se hidrate bien y las magdalenas suban con un copete espectacular al hornearlas. Si tienes prisa, puedes saltarlo, pero los resultados no serán tan buenos.
  5. Precalienta el horno a 220 ºC con calor arriba y abajo. Llena las cápsulas para magdalenas (mejor si las colocas dentro de un molde rígido) hasta ¾ de su capacidad. Una vez metas las magdalenas al horno, baja la temperatura a 200 ºC y hornea durante 12-15 minutos, según tu horno.

Trucos de los profesionales

Lograr unas magdalenas que parezcan recién salidas de una pastelería no es tan complicado como puede parecer. La diferencia está en los pequeños detalles y trucos que los profesionales aplican sin dudar. Uno de los primeros secretos es el uso de moldes dobles o bandejas rígidas. Esto no sólo mejora la presentación, sino que también permite que las magdalenas crezcan hacia arriba y no se deformen hacia los lados. Así se consigue un copete más pronunciado y uniforme.

Otro punto fundamental es respetar el tiempos de horneado sin abrir el horno antes de lo necesario. Aunque nos llame la curiosidad, abrir la puerta del horno demasiado pronto puede provocar un descenso brusco de temperatura y hacer que las magdalenas se bajen, arruinando su esponjosidad. Igualmente, un truco que no falla para darles ese toque especial es espolvorear un poco de azúcar sobre la superficie de cada magdalena justo antes de hornear. Este sencillo gesto crea una costra crujiente y dorada, irresistible tanto a la vista como al paladar.

Lo que hace especial esta receta es que recoge lo mejor de la técnica tradicional (como el batido intenso y el golpe de calor inicial) con el conocimiento actual de la pastelería casera. El resultado es una textura aireada, húmeda y muy tierna. Además, no contienen aditivos, por lo que son ideales para toda la familia.

Con una conservación adecuada, puedes disfrutar de ellas durante varios días, e incluso congelarlas sin perder calidad. Así, siempre tendrás magdalenas caseras listas para cualquier ocasión.

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