‘Presidenta, presidenta, presidenta’. Y así casi un minuto. El auditorio del congreso de Comisiones Obreras ha ovacionado de esta forma a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, tras reivindicarse ante su organización y prometer en contra del criterio de una parte importante del Gobierno que «este año vamos a derogar la reforma laboral».
Díaz, que ayer fue el centro de la polémica junto a la vicepresidenta primera Nadia Calviño, con acusaciones de «injerencia» incluidas, ha sido recibida en el cónclave sindical con uno de los aplausos más largos y efusivos por parte de los sindicalistas. La ministra, que ha acudido a la cita acompañada de los secretarios de Estado de Trabajo y Derechos Sociales, Joaquin Pérez Rey y Nacho Álvarez, y la diputada de En Comú Aina Vidal, ha recibido una calurosa bienvenida a su llegada.
Y es que si algo ha dejado claro Díaz en el acto sindical de este sábado es que la gallega tiene una capacidad de movilización de los sindicatos que no tenía su predecesor en el cargo Pablo Iglesias. Y eso, en plena pugna interna por el control de las políticas de empleo y económicas, es importante. Las principales organizaciones de defensa de los trabajadores han amagado ya en más de una ocasión con manifestarse en contra de este Gobierno. Y ahí la vicepresidenta podría jugar un papel importante.
Hasta ahora, apuntan algunas fuentes cercanas a la dirección de los sindicatos, ella les ha parado de salir a la calle para protestar contra el precio de la luz o el gas o la tardanza en aumentar el salario mínimo interprofesional, que en el mismo acto de hoy se ha comprometido a seguir aumentando en los próximos años.
La marcha atrás que el PSOE pudiera dar en relación a su compromiso para derogar la reforma laboral, pues, sería el marco idóneo para que los sindicalistas organizasen protestas contra el Ejecutivo. Unas movilizaciones, de producirse, que sin duda alguna beneficiarían al nuevo proyecto político que impulsa Díaz, si bien las quejas irían dirigidas contra el gabinete del que ella forma parte.
Las próximas semanas serán claves en la disputa interna en el seno de la coalición progresista. Las posturas sobre el futuro de la reforma laboral están alejadas, unos hablando de actualización y otros de derogación íntegra, que el embrollo difícilmente se pueda saldar sin ganadores y perdedores. Y en un momento de máxima fragilidad en las relaciones, todo es susceptible de hacer saltar por los aires un matrimonio cada vez más forzoso y forzado que unos y otros se niegan a romper.