Banca

Francisco Luzón, el banquero que se atrevió a postularse como sucesor de Emilio Botín en Santander

Francisco Luzón, el banquero que se atrevió a postularse como sucesor de Emilio Botín en Santander
Francisco Luzón
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Corría el año 2011. Francisco Luzón, fallecido ayer a causa de la ELA a los 73 años, era el responsable de Latinoamérica en Banco Santander, al que había convertido en la principal entidad financiera de toda la región. Se había erigido en el directivo más poderoso del banco con un consejero delegado, Alfredo Sáenz, en horas bajas tras ser condenado por denuncia falsa. Pero Luzón quiso picar demasiado alto y cometió el mismo error que había cometido José Ignacio Goirigolzarri en BBVA: se postuló como sucesor de Emilio Botín en la presidencia. Y eso le costó el puesto.

Así lo aseguran fuentes de la dirección de Santander en aquella época, aunque el banco nunca ha ofrecido ninguna explicación oficial de la salida de Luzón.

El banquero había fichado por el propio Botín en 1996 desde Argentaria, donde había llevado a cabo una gestión admirable: había conseguido el hito de agrupar en un solo grupo a la obsoleta banca pública española (Caja Postal, Banco Hipotecario, Banco de Crédito Local, Banco de Crédito Industrial, Banco de Crédito Agrícola y Banco Exterior de España), modernizarla para ponerla a la altura de los bancos privados y sacarla a Bolsa con pingües ingresos para el Estado. Tras su fichaje, fue sustituido por Francisco González, que posteriormente fusionaría Argentaria con BBV y acabaría presidiendo BBVA hasta su imputación por el caso Villarejo.

La mayor expansión de un banco español: Latinoamérica

En Santander, Luzón fue el muñidor de la fusión con el Banco Central Hispano de José María Amusátegui que lo convirtió en el primer banco de España. Pero nuestro país se había quedado pequeño para Botín, y le encargó en 1999 el proyecto más ambicioso de la historia de la entidad cántabra: su expansión en Latinoamérica, en un momento en que era la tierra prometida de otras grandes empresas españolas como Telefónica, Endesa, RepsolIberdrola.

Luzón cumplió con creces. Con una estrategia de adquisiciones de bancos locales bajo la máxima de tener masa crítica en cada país (tenía que estar entre los tres primeros bancos por cuota de mercado), convirtió a Santander también en la primera entidad financiera de toda Latinoamérica. El único país en que quedó por detrás de su eterno rival, BBVA, fue México. Y en Brasil tuvo que sudar sangre por la pérdida de valor de Banespa, comprado a un precio muy alto y que lastró las cuentas de Santander durante varios años. Pero al final lo fusionó con Banco Real y ese país se convirtió en el más importante del grupo por ingresos (y lo sigue siendo).

Con ese bagaje, Emilio Botín lo convirtió en su mano derecha y empezó a sonar como sustituto de Alfredo Sáenz como consejero delegado si finalmente se veía obligado a dimitir tras ser condenado en firme por el Supremo por acusación falsa, lo que conllevaba su inhabilitación. Sólo esperaba un indulto gubernamental que se antojaba remoto en aquel entonces; al final sí se lo concedió José Luis Rodríguez Zapatero, pero se mantuvo su inhabilitación y fue sustituido por Javier Botín.

Quiso volar demasiado alto

Sin embargo, Luzón quiso ir más allá y quiso postularse como sustituto del mismísimo Botín cuando se retirara de la presidencia o falleciera. Y además, cometió el error de compartir estas aspiraciones con Rodrigo Echenique, el ‘fontanero’ de Botín, encargado de ‘desfacer’ los entuertos del banco y hombre de absoluta confianza del presidente (incluso fue su albacea testamentario). Como es lógico, Echenique se lo dijo a Botín y Luzón tuvo que abandonar la entidad porque nadie podía cuestionar que la sucesora de Emilio iba a ser su hija Ana. Ni siquiera su mano derecha. Posteriormente, Echenique sería el gran valedor de Ana Botín como sucesora cuando el presidente falleció inesperadamente en septiembre de 2014.

Como siempre sucede en la gran banca, Luzón salió de Santander con una pensión suculenta, de 65 millones entre efectivo y acciones (a la cotización de aquel momento). Goirigolzarri había cometido en 2009 el mismo error de postularse para suceder a Francisco González, con el mismo resultado aunque en ese caso no mediaban lazos familiares. Goiri se llevó una pensión de 53 millones, y renunció a una parte cuando se hizo cargo de la rescatada Bankia en 2012.

Tras su marcha de Santander, Luzón ocupó otros puestos de responsabilidad como el de consejero en Haya Real Estate, la inmobiliaria propiedad del fondo estadounidense Cerberus. Pero contrajo ELA, enfermedad degenerativa e incurable que le impidió continuar su carrera profesional. Pese a ello, no estuvo quieto, sino que volcó sus fuerzas en una fundación dedicada a la investigación y la visibilización de la ELA, e incluso escribió un libro para contar su experiencia, titulado ‘El viaje es la recompensa’.

Lo último en Economía

Últimas noticias