Los golpistas se aprovechan del desgobierno
El desgobierno que reina en España desde hace casi un año es el caldo de cultivo idóneo para las veleidades de independentistas y radicales. Sin la posibilidad de tomar medidas serias contra sus chantajes e intentos golpistas —ya no hablamos de aplicar el artículo 155 de la Constitución— el bloqueo político alimenta aspiraciones sin sentido que ponen en jaque la unidad de España. Carles Puigdemont vuelve a insistir en la idea de un referéndum secesionista para otoño de 2017 a pesar del día a día que padece Cataluña. Con una deuda del 35,9%, sobreviven gracias a la inyección de 1.600 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica. Las empresas salen en desbandada camino de Madrid y las inversiones internacionales caen un 60%. A pesar de todo ello, la falta de solidez y rumbo fijo en el Estado provoca que intenten sucesivos golpes aunque les lleve a desafiar, incluso, al Tribunal Constitucional.
En OKDIARIO hemos reclamado en repetidas ocasiones la necesidad de un gran pacto entre las fuerzas constitucionalistas para garantizar la viabilidad económica, política y social de España. Una necesidad que se manifiesta especialmente cuando asistimos a ataques como el que intenta lanzar Carles Puigdemont. Desafortunadamente, la irresponsabilidad ha prevalecido en Pedro Sánchez y esto ha imposibilitado que el país se ponga en marcha. La carencia de sentido de Estado por parte del líder socialista nos condena a un Ejecutivo en funciones que, maniatado, asiste impotente a las provocaciones que llegan desde Cataluña y País Vasco, donde los proetarras de Bildu, con Arnaldo Otegi a la cabeza, también pretenden aprovechar el contexto de stand by que vive España.
Desde el punto de vista catalán, Puigdemont, rehén de los antisistema de la CUP, ni siquiera ha podido aprobar aún los presupuestos autonómicos. Otegi, por su parte, está totalmente desautorizado por su pasado terrorista para cualquier tipo de prédica política. Sin embargo, aprovechando la actual laxitud institucional, ambos espolean los instintos más primarios de sus seguidores para inocular el odio a la nación. Respetando siempre las particularidades inherentes de cada autonomía, la única idea que puede albergar una España de futuro, europea y moderna, es la cohesión territorial de todas sus partes. Para ello, la responsabilidad de nuestros líderes constitucionales se hace imprescindible de cara a conformar un gobierno estable. Ahora que el PSOE parece comenzar poco a poco una nueva etapa, esperemos que la parálisis institucional tenga los días contados. Será la mejor manera de contestar a iniciativas abyectas como las de Puigdemont, al que cabría preguntarle qué sería de Cataluña sin la respiración asistida que le proporciona el Estado a través del FLA.