El currículum el autor del ‘catalangate’ es puro fake: ni teleco, ni Cambridge ni directivo de Telegram
Elías Campo Cid (Barcelona, 1983) es el cerebro que está detrás del llamado Catalangate, el informe del supuesto espionaje con el sistema Pegasus a líderes del procés que amenaza con poner en jaque el apoyo de ERC al Gobierno de Pedro Sánchez. Campo, confeso seguidor de Carles Puigdemong, trabaja para Citizen Labs, la plataforma canadiense que ha revelado las supuestas pruebas del espionaje. El separatismo defiende que Campo es un gurú informático, que ha trabajado como directivo para Telegram o WhatsApp y que se ha formado en las mejores universidades estadounidenses. Pero la revisión pormenorizada de su currículum arroja muchas más sombras que luces.
Las investigaciones policiales en marcha, que aún están bajo secreto de sumario en la causa que instruye la Audiencia Nacional, sitúan a Campo como uno de los cerebros del denominado Tsunami Democràtic. La plataforma que difundió las instrucciones para colapsar el aeropuerto de El Prat, bloquear la frontera terrestre con Francia o incendiar Barcelona tras la publicación de la sentencia condenatoria a los líderes del procés en octubre de 2019. La causa no descarta que se puedan tipificar estos delitos como de terrorismo. Y es precisamente en ese marco en el que el CNI espió a 18 separatistas -entre ellos, Pere Aragonés- en busca de pruebas sobre la trama Tsunami. Así lo admitió la directora del CNI, Paz Esteban, durante su comparecencia en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso la pasada semana.
Campo, por tanto, forma parte de las dos vertientes de este caso: por un lado, es uno de los espiados por sus vínculos con el Tsunami y, por otro, es el cerebro de la plataforma que ha difundido el espionaje con Pegasus. El informe elaborado por ese centro canadiense, al que Campo se unió oficialmente según su currículum el pasado mes de enero, ya ha despertado muchas sospechas entre la comunidad internacional de expertos en la materia. Pero también su propio currículum está bajo la lupa tras confirmarse que, por lo menos, ha sido inflado a propósito.
No es ingeniero
Por ejemplo, Campo se presenta a sí mismo como ingeniero de telecomunicaciones por la universidad privada La Salle de Barcelona. Una formación que habría cursado entre 2003 y 2010. Sin embargo, este gurú afincado en Palo Alto, San Francisco, una de las mecas tecnológicas mundiales, nunca llegó a terminar la carrera.
“Me quedaron algunas asignaturas. Tal vez algún día la termine. Creo que me quedaron tres o cuatro”, admitía el propio Campo en una entrevista a El País en diciembre de 2014.
Supuesto paso por WhatsApp
El presunto cerebro tras el Tsunami concedió una serie de entrevistas en aquel momento por su -supuesto- trabajo para WhatsApp. Según Campo, tras un año representando a la compañía en America Latina y España (un mercado de cientos de millones de potenciales clientes), decidió romper su contrato cuando fue adquirida por Facebook. En sus entrevistas nunca llegó a aportar información sobre su trabajo o cómo había accedido a este.
«Les dije que tenía mucho interés en trabajar con ellos. Costó convencerlos, pero al final aceptaron. Es una compañía muy pequeña y con mucho secretismo. Incluso yo ni siquiera sabía que estaban aquí. Siempre han sido muy reservados. Porque lo que más les importa es focalizarse en el producto y en el usuario y no hacerse publicidad», aseguraba. La realidad es su nombre no figura en ningún documento oficial o comunicado por parte de la popular firma de mensajería. Campo incluso llegó a reconocer que había viajado a Brasil para reunirse con el Gobierno en nombre de WhatsApp cuando ni siquiera trabajaba allí.
De ahí, Campo dio el salto a Telegram, la otra popular aplicación de mensajería que hoy rivaliza con WhatsApp. Según su propio currículum, ha sido directivo de Telegram durante 6 años y 4 meses, en los que supuestamente ha dirigido el área de Growth, Partnerships and Business Development. Básicamente, crecimiento de producto, área clave para una aplicación de esas características. La sorpresa surge cuando desde Telegram niegan cualquier relación con Campo.
Telegram le desmiente
Así lo admite Remi Vaughn, responsable de comunicación de la aplicación, al diario El Triangle. El mensaje es demoledor: «El señor Elías Campo nunca ha sido empleado por Telegram en ningún cargo, y mucho menos como jefe de nada. En 2016 realizó algún trabajo voluntario y se le concedió una dirección de correo electrónico temporal que después fue revocada. Nunca recibió compensación monetaria alguna de Telegram y nunca firmó ningún contrato con nosotros».
En aquel 2016, de hecho, Campo vuelve a colaborar con el diario El País con un artículo firmado desde Palo Alto sobre los chatbots. Una tecnología al alza de la que su nueva empresa desde hace un año, Telegram, es pionera y referente. Sin embargo, Campo no hace ninguna mención a su trabajo como directivo en esta compañía. Es más, firma su artículo como ex directivo de WhatsApp, levantando así las sospechas de trabajadores del sector tecnológico.
Como ocurre con WhatsApp, ninguna comunicación institucional o empresarial de Telegram le menciona como directivo pese a haber ocupado cargos de responsabilidad en esos seis años. De hecho, tampoco en las redes sociales hay interacción de Telegram a Campo. Pero sí de Campo a Telegram, con decenas de mensajes y menciones. Incluso contestando a usuarios que realizan consultas directamente a la compañía. Es su única relación pública con esta firma.
Cambridge y Stanford
Llegados a este punto, el supuesto currículum del cerebro del catalangate comienza a desmoronarse ante las dudas sobre su formación como ingeniero de telecomunicaciones y su paso por la directiva de WhatsApp y Telegram. Pero también en su formación complementaria y sus supuestos máster.
Según presume Campo en sus distintos perfiles, cuenta con formación especializada en las prestigiosas universidades de Cambridge y Stanford. Posiblemente dos de los mayores centros universitarios de élite mundial. Sin embargo, su paso por ambos se resume a un programa ‘Ignite’, cursos de corta duración. En el primer caso, un cursillo «intensivo» de una semana de duración y sin relación con las telecomunicaciones o la informática, sino con el mundo de los emprendedores, y que se suele realizar de forma telemática.
De hecho, Campo asegura ser un Angel Investor, es decir, un filántropo que financia con fondos económicos a otros emprendedores del mundo tecnológico que tienen una idea novedosa. Según figura en su perfil, ha invertido en al menos 60 compañías. En parte, gracias al dinero de su mujer, Di Ann Eisnor, una informática que vendió hace años a Google la aplicación de GPS Waze.