Los abertzales echan a OKDIARIO de Alsasua: «No grabéis nada… ¡En España habrá libertad, aquí no!»
Tres días después de la paliza que medio centenar de abertzales propinaron a dos guardias civiles y a sus respectivas parejas, una plataforma de cachorros proetarras se reúne en la plaza principal de Alsasua (Navarra) para «rechazar los montajes policiales». CiudadanOK, Cake Minuesa, trata de preguntar que a qué montaje se refieren, ya que los informes médicos son incuestionables: un tobillo roto de uno de los agredidos, y contusiones en mayor o menor grado en todos los casos.
«Hemos vuelto a sufrir otro montaje policial, el cual ha dejado graves consecuencias en nuestro pueblo. Nosotros lo tenemos claro: las fuerzas policiales vinieron a hacer la guerra, y siguen empeñados en ello», dice el portavoz, que concluye: «No más montajes policiales, dejad Altsasu en paz».
Pero los radicales no respetan la libertad de información y rodean al periodista: «¿Quién eres?» y «Aquí no grabes», son las primeras intimidaciones, hasta que pasan a un punto más agresivo: «¿Tú de dónde eres? Porque nos has preguntado y ahora te vamos a preguntar nosotros a ti mejor…»
Después de apartar a empellones al periodista de OKDIARIO de la asamblea para impedirle informar de las deliberaciones de los abertzales, son hasta seis los cachorros radicales los que lo rodean y lo marcan. Entonces, una mujer lo increpa desde un portal exigiendo que dejen de grabar:
–Señora, grabamos porque en España hay libertad.
–Pero aquí no… ¡En España habrá libertad, pero aquí no la hay!
El entorno político etarra fue el único que no condenó la agresión de Alsasua. Es más, los líderes de Sortu y de Bildu se permitieron dudar de las «versiones oficiales por basarse sólo en testimonios policiales». De modo que convenía volver a plantearse la conveniencia de que la Consejería de Interior del Ejecutivo navarro esté en manos de una representante de ese entorno radical.
Así que ese mismo 18 de octubre, el reportero de este diario acude a la entrega del Premio Eusko Ikaskuntza, en San Sebastián. Allí coincidían el lehendakari vasco, Íñigo Urkullu, y la presidenta del Gobierno foral de Navarra, Uxue Barkos. A las preguntas de este periódico, Urkullu se limitó a dar largas y no quiso siquiera valorar la paliza a los guardias civiles: «No tengo nada que decir, no sé quién es usted…»
Barkos, por su parte, se remitió a su rechazo «desde el primer día» a esos «actos, que no son admisibles». Pero la presidenta navarra, de Geroa Bai –un partido que aboga por la autodeterminación de lo que ellos llaman Euskal Herria, donde incluyen el País Vasco, Navarra y algunas regiones del sur de Francia– no supo cómo salir de la siguiente pregunta.
Apartado de nuevo, esta vez por los escoltas que acompañaban a ambos presidentes, el reportero de este medio le plantea una sencilla pregunta a Barkos: si María José Beaumont Aristu, abogada del entorno de Bildu, era la más indicada para la Consejería de Presidencia e Interior, dado que tiene acceso a «información sensible de la policía». La jefa del Gobierno navarro trató de rehuir la respuesta hasta que halló una evasiva: «En el Gobierno de Navarra no hay consejeros de ningún partido», contesta Barkos refiriéndose a la abogada del entorno radical, «son consejerías de grandes profesionales».