Las subidas de impuestos que se avecinan si Pedro Sánchez gana las elecciones del 10-N
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, planea una contundente subida de impuestos si gana las elecciones generales del 10 de noviembre. Aunque en su discurso público no es demasiado taxativo porque las alzas fiscales pueden restar votos, sí que está dejando caer, al igual que algunos de sus ministros, que su apuesta tributaria es subir los impuestos y no bajarlos.
Por ejemplo, este miércoles Sánchez ha abogado por una armonización del pago de impuestos en España y acabar con los que, según considera el líder del Ejecutivo, son «dumpings» (competencia desleal) fiscales. Ha señalado a la Comunidad de Madrid, que tiene uno de los sistemas fiscales más competitivos del país.
Según Sánchez, Madrid se puede «permitir el lujo» de suprimir el impuesto de sucesiones o el de donaciones, y eso «beneficia sobre todo, a los grandes patrimonios» pero «no a la clase media y trabajadora de este país». Sin embargo, lo que no tiene en cuenta es que con estas políticas de impuestos más bajos Madrid ha conseguido ser la comunidad autónoma que más crece del país, ya que al dejar que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos y las empresas se fomenta el consumo, la inversión y, por lo tanto, el empleo.
El Gobierno central puede establecer cambios en el impuesto de sucesiones y donaciones y en patrimonio, obligando a las CCAA a que tengan un tipo mínimo más elevado. De hecho, esa es la estrategia de Sánchez con muchos de los tributos.
Pero Madrid no solo tiene el impuesto de sucesiones, donaciones y patrimonio más atractivo, sino que también ha bajado el tramo autonómico del IRPF en sucesivas ocasiones, por lo que el mensaje de Sánchez denunciando a las CCAA con los tipos más bajos también podría poner en jaque a los contribuyentes de las clases medias de las regiones que mejor han hecho sus deberes fiscales en los últimos años.
Entre las propuestas del PSOE se encuentran las siguientes: subir el Impuesto sobre Sociedades para grandes empresas (con un tipo efectivo mínimo del 15%); crear y activar los nuevos tributos a las operaciones digitales y a las transacciones financieras (las conocidas tasas Google y Tobin), y reformar (lo que, sin eufemismos, significa subir) la fiscalidad medioambiental. Por ejemplo, se equiparará la fiscalidad del diésel con la gasolina.
Mientras tanto, la ministra de Hacienda en funciones y número uno de las listas del PSOE por Sevilla dijo delante de los empresarios en el Congreso de la Empresa Familiar que la presión fiscal en España es baja en comparación con otros países de la UE y que, en su opinión, habrá que subirla «de forma paulatina».
Dependiendo del entorno, señalan unas propuestas y otras las ocultan. De hecho, en la agenda gubernamental ha habido una subida del IRPF a las rentas más altas que ahora no aparece en las promesas electorales.
De hecho, en el plan presupuestario que el Gobierno ha enviado a Bruselas hace escasas semanas se esconde una subida de impuestos. Es lo que demuestran que los ingresos de los principales impuestos superan el alza del PIB nominal e incluso lleguen a crecer un 5% en algunos casos, algo que es poco probable en épocas de desaceleración económica.
El enfriamiento de la economía ya se está notando en la recaudación de impuestos muy importantes como el IVA, cuyos ingresos se encontraban prácticamente estancados en septiembre y crecen cinco veces menos que en 2018.
Mientras tanto, la Comisión Europea y el BCE están abogando por realizar estímulos fiscales (que pueden ser subidas de gasto o bajadas de impuestos) en la medida de lo posible en toda la UE sin que se ponga freno a la reducción del déficit.