Greta Thunberg posa en Vogue para culpar a la industria de la moda del cambio climático

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Greta Thunberg en la portad de la edición escandinava de Vogue.

Hacía varios meses que la activista sueca Greta Thunberg no protagonizaba algún titular. La joven que cuan estrella fugaz, fue la abanderada del ecologismo durante unos meses ocupando casi la totalidad de las portadas mundiales, había caído en el total olvido. Todos los que la defendieron a capa y espada dejaron de hablar de ella y esa enorme burbuja que infló hablando sobre la lucha contra el cambio climático desapareció de la noche a la mañana. Ahora, Thunberg ha vuelto a ser noticia con este mensaje: “La industria de la moda es un enorme contribuyente a la situación de emergencia climática y ecológica”. Un discurso totalmente acorde con su lucha contra el calentamiento global excepto por una pequeña incongruencia: lo dice en una entrevista para Vogue, la revista de moda más famosa del mundo entero.

La revista de moda que ha inspirado a millones de mujeres en su larga historia, incluso protagoniza una canción de Madonna, ha lanzado esta semana su primera edición en Escandinavia. Y para ello ha escogido a Greta Thunberg para protagonizar su portada. Una jugada de marketing brillante. En la portada, la adolescente con síndrome de Asperger aparece acariciando un caballo en una idílica escena. Y en su interior, carga contra la industria de la que vive la propia revista Vogue.

Thunberg ha asegurado que la ropa que lleva puesta en el reportaje de Vogue ha sido elaborada totalmente con material reciclado. Resulta paradójico que Vogue se convierta en altavoz de esta adolescente que, en sus declaraciones, acusa a la industria de la moda, aquella de la que se nutre y a la que alimenta Vogue, de ser la culpable del calentamiento global destacando el «impacto en incontables trabajadores y comunidades explotados por todo el mundo para que algunos disfruten de moda rápida que muchos tratan como objeto desechable».

Para Thunberg, las grandes compañías textiles gastan «ingentes cantidades en campañas para venderse a sí mismas como sostenibles, ética, verdes y justas», pero son solo «lavado de imagen». Y sigue Thunberg: «No puedes producir moda de forma masiva y consumir de modo sostenible tal y como el mundo está moldeado hoy en día. Ese es uno de los muchos motivos por los que necesitamos un cambio de sistema». Aunque no diga nombres, todos podemos hacernos a la idea de cuáles son las empresas contra las que carga puesto que son marcas reconocibles en el mundo entero.

Según relata la propia Thunberg en el reportaje de Vogue, la última vez que compró «ropa nueva» fue hace tres años, «y era de segunda mano» aclara la activista medioambiental. A pesar de que Vogue es una de las cabeceras más importantes dentro de la industria de la moda, desde la nueva edición escandinava han dicho que «se identifican con los mismos valores sobre un estilo de vida sostenible y en proteger el medio ambiente» que defiende Thunberg.

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