Un tsunami de ERTES desmonta el cuento de la «España feliz» de Pedro Sánchez

La amenaza de ERTE masivos se intensifica a medida que la huelga de los transportistas no ve su fin y que negros nubarrones se ciernen sobre la economía española.
La amenaza de ERTE masivos se intensifica a medida que la huelga de los transportistas no ve su fin y que negros nubarrones se ciernen sobre la economía española.

La amenaza de ERTE masivos se intensifica a medida que la huelga de los transportistas no ve su fin y que negros nubarrones se ciernen sobre la economía española. Todas las previsiones del Gobierno han saltado por los aires y hecho pedazos el cántaro de la lechera de un Ejecutivo que no hace nada seguía presumiendo de fortaleza para encarar el futuro. Todo se ha venido abajo y las empresas españolas vuelven a recurrir a los expedientes de regulación de empleo temporal.

Cuando miles de pequeñas y medianas empresas no se han recuperado todavía de los devastadores efectos de la pandemia, el brutal incremento de los precios de la energía amenaza con convertirse en un tsunami que arrase la débil resistencia de un amplio número de negocios. Las siderúrgicas ArceloMittal y Celsa y la minera asturiana Orvalle han anunciado que tendrán que aplicar ERTE por el impacto del paro de los camioneros, que suma once días de huelga sin que el Gobierno socialcomunista haya movido un dedo para evitar el colapso.

En total, suman más de 2.000 empleos, mientras las patronales de sectores como la alimentación han anunciado que, de continuar el paro, tendrán que aplicar también algún ERTE en sus empresas. Y lo malo es que lo peor está por llegar, porque más allá de la huelga de los transportistas lo cierto es que la economía española presenta alarmantes síntomas de debilidad. Es cierto que ya venía dando señales de alarma, pero la guerra en Ucrania ha terminado por romper las costuras presupuestarias de un Gobierno que diseñó unas cuentas generales del Estado que nacieron muertas y que, con el paso del tiempo, se han convertido en papel mojado. España está a la cola de las naciones más desarrolladas en cuanto a crecimiento económico en 2021 -y eso que la caída del PIB durante la pandemia fue superior a cualquiera de las economías de nuestro entorno- y el futuro se presenta tan sombrío que ni toda la propaganda de La Moncloa será capaz de enmascarar la cruda realidad.

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