Los objetivos estaban ocultos en los armarios del dormitorio
Los agentes del CESID eligieron el sitio más seguro para la colocación de la cámara de grabación: en el altillo del armario del dormitorio principal, el lugar donde se suelen guardar las maletas. Para no levantar sospechas taladraron un minúsculo orificio en la madera de las puertas abatibles. Además desde ese punto, a escasos tres metros del objetivo a grabar, aseguraban la mejor perspectiva de la gran cama de la alcoba.
Para registrar las imágenes no acudieron a equipos sofisticados. El material escogido era sencillo y fue adquirido a una empresa de seguridad, cuyo propietario había sido colaborador del CESID.
Los espías, a espaldas de la dirección del Centro, se habían hecho con un juego de llaves lo que les permitía entrar y salir de la vivienda sin ser detectados. Tenían la ventaja de que el chalé nunca fue protegido ni por vigilancia estática ni por inspecciones periódicas.
Con esas facilidades, los espías contrarios a Manglano se permitieron el lujo de acceder libremente al chalé de Sextante, entre 1993 y 1994, para cambiar las cintas y las baterías de las cámaras. Una fuente consultada por OKDIARIO no descarta que en esos mismos agentes hicieran varias copias del material grabado. La dirección del CESID sospechó en un primer lugar que esa fuga de información hubiera podido caer en servicios secretos extranjeros.
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