Pedro Sánchez mendiga un contacto con Biden y EEUU lo ningunea

Joe Biden Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y Joe Biden.
Carlos Cuesta

Pedro Sánchez no pudo contener su alegría por la elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos en las últimas elecciones. El PSOE igual. Y Podemos, más de lo mismo. Pero la emoción parece ser unilateral. Porque lo cierto es que el departamento de Exteriores de González Laya lleva desde el primer día intentando un contacto directo entre Biden y Sánchez, aunque sea una mera conversación telefónica con contenido político real y trascendencia como para ser trasladada públicamente, y no hay manera. Estados Unidos ha metido al Gobierno de España en el furgón de cola.

Joe Biden era el astro de la izquierda española. El hombre sobre el que pivotaban las filias y fobias del PSOE y Podemos: filias por los demócratas americanos -como si tuvieran algo que ver con la extrema izquierda que hoy decide los designios del Gobierno español-; y fobias, contra Donald Trump. Siempre contra Trump.

Pero las prioridades de Biden, claramente, no pasan por el Gobierno de España. Moncloa ha tratado desde el primer minuto de lograr un contacto, o aviso de contacto, con el nuevo presidente estadounidense. Y los resultados son descriptibles. No ha habido manera.

Tras la victoria de Biden frente a Trump en las elecciones de EEUU, Pedro Sánchez no tardó en lanzar el sombrero al cielo. El presidente español escribió en redes sociales que “el pueblo americano ha elegido a su 46 Presidente. Felicidades Joe Biden y Kamala Harris. Os deseamos suerte. Estamos preparados para cooperar con los EEUU y hacer frente juntos a los grandes retos globales”. Pero el sombrero de Sánchez ha regresado convertido en boina y vacío.

El PSOE se sumó de inmediato al efecto ‘Bienvenido Mister Marshall’: «Con esta victoria, volverá a la senda del multilateralismo, de los consensos mundiales y será de nuevo un socio frente a los desafíos globales como la pandemia de la COVID o la lucha contra el cambio climático. ¡Go, demócratas!”, afirmó la cuenta oficial de los socialistas. Pero ni socio, ni consensos con España, nada que se le parezca. De hecho, ni contacto.

Y qué decir de las soflamas del comunista Pablo Iglesias: “Se confirma que Trump ha perdido las elecciones. Es una buena noticia para el planeta, en la medida en que la ultraderecha global pierde su activo político más poderoso. Pero la ultraderecha que solo acepta la democracia si gana, sigue siendo un enorme peligro en América y Europa”, afirmaba tras la victoria de Biden el vicepresidente que cobró de dictaduras de la extrema izquierda populista. Y, como no podía ser de otra manera, Biden ha preferido no hacer ni caso al Gobierno que lleva en su vientre a Iglesias.

Se trata del último capítulo de un largo historial de demostraciones de la pérdida de peso internacional del Gobierno de Sánchez e Iglesias.

Pérdida de poder

Una pérdida de poder de España en la órbita global que afecta ya incluso a la OTAN. Y es que otro de esos capítulos de ninguneo al Gobierno español se ha plasmado en el comité técnico que debe decidir nada menos que la configuración global de la estructura militar de esta organización: la OTAN. Entre el grupo de expertos que deciden sobre los países clave, los controles en materia de entrada y combate al yihadismo, o acuerdos estratégicos con terceros países no hay ni rastro de españoles, tal y como ha publicado OKDIARIO.

La OTAN se encuentra en fase de replanteamiento total. La pasada cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, celebrada en Londres en diciembre de 2019, acordó conceder un mandato al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, para realizar un informe global sobre cómo reforzar el protagonismo y orientación del Tratado del Atlántico Norte. El sectario general, además, recibió el encargo de abordar las distintas y necesarias consultas políticas en el seno de la OTAN para impulsar las consiguientes reformas estratégicas.

Stoltenberg nombró, en línea con ese cometido, un grupo de reflexión técnica, integrado por personalidades independientes. Y ese grupo ni cuenta ni tiene pensado contar con ningún español.

Los integrantes de ese grupo de expertos son los siguientes. El presidente es el propio Jens Stoltenberg. Como copresidentes figuran Thomas de Maizière (Alemania) y Wess Mitchell (USA). Y como vocales han sido fichados Greta Bossenmaier (Canada), Anja Dalgaard-Nielsen (Dinamarca), Hubert Védrine (Francia), Marta Dassù (Italia), Herna Verhagen (Holanda), Anna Fotyga (Polonia), Tacan Ildem (Turquía) y John Bew ( Reino Unido).
Traducido: ni rastro de españoles.

El resultado del trabajo de estos expertos se ha plasmado en el Informe OTAN 2030, un documento que ha sido entregado el pasado 25 de noviembre. El acento español ha sido borrado por completo, pese a ser España el séptimo país contribuyente en términos presupuestarios de toda la OTAN. Pese a la posición estratégica de España en el Mediterráneo y en el debido control de la entrada del yihadismo en Europa.

Los episodios de pérdida de peso son constantes y graves. Las dos últimas cumbres internacionales en las que se han debatido asuntos decisivos en materia de terrorismo o mafias de la inmigración no han contado con España. Los representantes del Gobierno socialcomunista han asegurado extraoficialmente que no había un interés nacional por acudir, pero fuentes diplomáticas consultadas por OKDIARIO han asegurado que nunca hubo un intento de invitar a España para que estuviera presente junto con el resto de potencias.

De hecho, la evidente realidad es que los gobernantes nacionales ni estuvieron, ni se les esperaba, tal y como ha publicado este diario.

Fuera de las cumbres internacionales 

La primera de estas citas se desarrolló en la segunda mitad de enero. El anfitrión fue Alemania. Berlín acogió a líderes internacionales y partes en conflicto para dialogar y solucionar la crisis en Libia. Los puntos encima de la mesa no podían ser más decisivos para España: avance del yihadismo, situación de Libia y su consiguiente expulsión de refugiados, y presión del islamismo radical en los países vecinos de España en la orilla opuesta del Mediterráneo.

Las partes involucradas en el conflicto libio y líderes como Erdogan, Putin, Macron y Johnson acudieron sin dudarlo para solventar el tablero político y mostrar su apoyo al alto al fuego en el país del norte de África.

Los asistentes fueron aquellos que Alemania y sus socios consideraron decisivos en la toma de postura del tablero internacional: los presidentes de Turquía, Recep Tayyip Erdogan; de Francia, Emmanuel Macron; de Rusia, Vladimir Putin; el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte; el secretario general de la ONU, Antonio Guterres; la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro británico, Boris Johnson; el presidente del Consejo de la Unión Europea, Charles Michel; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi. Ni rastro de España.

Pero, el segundo de los encuentros en los que España brilló por su ausencia fue aún más evidente. Mitad de noviembre. Francia, Alemania, Austria y Países Bajos se reúnen para una cumbre netamente antiterrorista. Y España vuelve a quedarse fuera de juego, junto a Italia y Grecia.

En la mesa de discusión, nada menos que la reforma del espacio Schengen y el blindaje y refuerzo de los sistemas de control en las fronteras exteriores. Traducido: justo uno de los principales problemas de España, inmersa en esas fechas en una nueva crisis de las pateras.

La cumbre debatía el futuro del control del yihadismo tras la sucesión de atentados que han tenido lugar en París, Niza o Viena. Pero el Gobierno francés, del mismo Macron con el que Sánchez afirma tener una potente alianza estratégica en Europa, se reunía con la canciller alemana Angela Merkel; el presidente austriaco, Sebastian Kurz, y el holandés Mark Rutte, además del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Con España no. Según afirman extraoficialmente desde el Gobierno, porque no hubo interés por su parte por acudir.

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