El nuevo hogar de Junqueras: sin tele propia, una charla semanal con cristal y un vis a vis al mes
Se acabaron los despachos, los coches oficiales y las secretarias. El cambio será radical para Oriol Junqueras y sus ex consejeros catalanes. A partir de ahora y hasta que se decida si continúan con condena o si salen libres, el nuevo ‘hogar’ de todos ellos será una celda compartida con un interno en prisión preventiva por otro delito, con visitas familiares semanales tras un cristal y con contacto con su mujer o hijos una sola vez al mes.
El golpe será drástico y traumático. Lo es para cualquiera, pero aún más para quienes salen de una situación social acomodada. El comité de recepción ya lo han comprobado: cuatro rollos de papel higiénico, unos cubiertos rojos, una maquinilla, crema de afeitar, cuatro condones y cuatro dosis de lubricante. Es el lote higiénico que se les entregó, como al resto de presos, nada más entrar.
Y serán privilegiados, en el fondo. Porque su estancia, por el momento, no estará ubicada en los módulos habituales de presos condenados. Sino que lo estará con el resto de internos en prisión preventiva. Estremera dispone de dos módulos para este tipo de presos sin traza de violencia en la convivencia habitual. Son los módulos más tranquilos.
Pero la imagen de la entrada se les quedará grabada para toda su vida. Acceden en primer lugar a las denominadas «americanas», celdas de grupo con vistas a un pasillo central, donde los nuevos reclusos esperan a ser destinados a su módulo correspondiente. Hasta ser trasladados, tan sólo pueden estirar las piernas dando un paseo fuera de la celda en un patio de escasos quince metros por quince. Y vuelta a la «americana».
Sin tele en la celda
En esta ubicación han permanecido el tiempo mínimo. El estrictamente necesario para pasarlos a sus módulos y celdas definitivas. Tras pasar por el médico, el educador y el psicólogo, acceden a la estancia a la que deberán adaptarse a partir de ahora: una celda compartida con otro preso preventivo, de otro tipo de delito. Sin tele en la celda, salvo que se la compren ellos mismos -y tarda dos semanas en llegar-. Horarios marcados para cada actividad y comida. Y turnos para el gimnasio y el resto de actividades.
Lo que peor llevarán Oriol Junqueras y los exconsellers, con toda seguridad, será el corte de relaciones con la familia. Porque, a partir de este momento, dispondrán de 40 minutos a la semana de charla en cabina con un cristal de separación. De un vis a vis con su cónyuge al mes. Y de otro vis a vis familiar al mes, con los hijos.
Los vis a vis se realizan con contacto real. De hecho, cuentan con una habituación con cama y mesillas para el vis a vis con el cónyuge -las parejas van rotando por estas habitaciones-. Y con otra habitación, también rotatoria, con sillas y mesa para la reunión mensual con la familia. Cada uno de estos vis a vis dura dos horas y media. Y se acabó. Salvo el teléfono, este es todo el contacto con sus familias.
La prisión de Estremera cuenta con una variedad amplia en el origen de los colectivos de presos preventivos. Los colectivos más habituales son los españoles, los rumanos y los marroquíes. Y, dentro de los españoles, suele haber presencia de etnia gitana.
Con todos ellos, Oriol Junqueras y su gente compartirán desayuno a las 8:30, comida a las 13:00, cena a las 19:00 y cierre de celdas definitivo a las 19:30 hasta las 8:00 de la mañana siguiente. También compartirán deporte, patio, gimnasio, sala de lectura, salón de televisión, cartas o parchís. Porque pocas cosas más podrán hacer. Salvo, eso sí, ir a misa, los miércoles, con el Párroco D. Julián, de Córdoba.