La inmigración irregular, un gigantesco agujero sanitario

La inmigración irregular, un gigantesco agujero sanitario

El Gobierno socialcomunista ha reconocido en una respuesta parlamentaria que el número provisional de personas en situación irregular llegadas a costas españolas por «medio de embarcaciones» durante marzo, abril y mayo, en plena pandemia y con las fronteras cerradas, fue de 1.940. A las que hay que sumar las 61 que en el mismo periodo entraron saltando la valla de Ceuta y Melilla. Es decir, 2.001.  Del mismo modo, el Ejecutivo reconoce que «desde el instante en que Salvamento Marítimo en alta mar, o Cruz Roja, ya en el puerto, detectasen a alguna persona con síntomas que pudieran ser indicativos de sospecha de riesgo para la salud pública, deberán actuar conforme al «Protocolo de Sanidad Exterior» y al «Manual de actuación ante alertas sanitarias en fronteras’, que no contempla la realización de test PCR.

Concretamente, el protocolo establece, entre otros, el procedimiento de recepción, acogida y posterior derivación, estableciendo la obligación de adoptar medidas de distancia social, aislamiento y lavado de manos, utilización de equipos de protección individual y pruebas diagnósticas sólo «cuando sea necesario», sin especificar cuándo y en qué circunstancias sería necesario. De modo que cabe concluir que las 2.001 personas que entraron en España de forma irregular en España no fueron sometidas a pruebas diagnósticas.

Algunos de los últimos brotes registrados en España tienen su origen en pacientes que son inmigrantes irregulares, algunos de los cuales se han dado a la fuga tras constatarse que estaban contagiados. Concretamente, el paciente cero del brote de Navalmoral de la Mata (Cáceres) es un inmigrante llegado en patera a Almería y que fue enviado por la Delegación del Gobierno a Extremadura sin ser sometido a un test PCR dado su carácter asintomático.

Parece evidente que las medidas de control sanitario llevadas a cabo  por el Ejecutivo sobre personas que, por sus condiciones y sus países de origen entrañan un  riesgo evidente, han resultado nulas o claramente insuficientes. No se pueda apelar a la responsabilidad de la sociedad española para evitar más rebrotes y, al tiempo, permanecer cruzado de brazos y no llevar a cabo el más mínimo control sobre las personas que entran en España de forma irregular. Es, sencillamente, impresentable.

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