Algo huele a podrido en los «contratos chinos» del Gobierno

Algo huele a podrido en los «contratos chinos» del Gobierno
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La empresa ‘HongKong Travis Asia Limited», el segundo mayor contratista del Ministerio de Sanidad durante la crisis sanitaria, ha recibido del Gobierno socialcomunista 245 millones de euros -especialmente por mascarillas-, pero la dimensión de esta sociedad, por el espacio físico que ocupan sus oficinas en Kong Kong, revela que su musculatura societaria era muy pequeña, tanto que sus oficinas ocupan sólo 35 metros cuadrados y la superficie es compartida por otras 13 empresas que también declaran tener sus oficinas en el mismo edificio, en la misma planta y en el mismo despacho: el 1607 del número 28-31 de la calle Cheung Lee.

O sea, que el pelotazo de ‘HongKong Travis Asia Limited’ ha sido descomunal. Este proveedor elegido por el Ejecutivo tenía en el momento de la firma del contrato sólo diez meses de actividad.

Y, sin embargo, la Dirección General de Cartera Común del Servicio Nacional de Salud y Farmacia y el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) han soltado 245 millones de euros de dinero público a una empresa de nueva creación que comparte un pequeño despacho con otras 13 compañías. La sombra de sospecha es cada más espesa: Sanidad ha depositado la tarea de dotar de material sanitario a intermediarios de dudosa solvencia, meras sociedades instrumentales -algunas radicadas en paraísos fiscales-  que han cobrado una millonada por sus servicios de mediación, en ocasiones con resultados catastróficos.

Todo apunta a que el Ministerio de Sanidad ha encomendado su suerte a la de un grupo de avispados negociantes chinos que han descubierto en la figura del Departamento que dirige Salvador Illa un filón por explotar. En esta crisis sanitaria, la transparencia administrativa brilla por su ausencia, porque lo único claro es que quien se están forrando son los amigos del Gobierno, bien directamente o de manera interpuesta. Desenredar el ovillo chino y seguir el hilo del dinero no es sencillo, pero a medida que se van conociendo nuevos datos es fácil concluir que aquí hay gato encerrado.

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