Ahúja se escribe con tilde
Elías Ahúja y Andría fue un filántropo, político, comerciante y académico español que, pese a que murió en el exilio acosado por un régimen franquista que lo acusaba de pertenecer a la masonería, nunca dejó de hacer obras de beneficencia en España, construyendo hospitales, comedores y escuelas para los presos, viudas y huérfanos. En 1969 la Fundación Elías Ahúja levantó el Colegio Mayor que lleva su nombre en Madrid, y encomendó su gestión a la Orden de San Agustín. Y en octubre de 2022 su apellido saltó a los medios de comunicación y las redes sociales, que mayoritariamente lo escribieron sin tilde para demostrar que les importa un pimiento la verdad y que sólo les interesa usar cualquier chorrada para difundir su ridículo discurso con lo que para la extrema izquierda es políticamente correcto, logrando que la derecha acomplejada les siga la corriente de forma absurda.
Nadie que haya pasado por la Universidad, aunque sólo fuera para jugar al mus en la cafetería, puede escandalizarse de verdad por las chorradas que gritan los niñatos malcriados del Colegio Mayor Elías Ahúja, con tilde, así como tampoco se le deben dedicar ni dos segundos a la absurda respuesta de las crías pijas y descerebradas del Colegio Mayor Santa Mónica, que participan en tan lamentable como insignificante episodio. Es una gilipollez típica de unos becerros hiper hormonados e inmaduros que no tienen mayores preocupaciones en una vida privilegiada que se les está dando regalada. Lo único bueno que se puede decir de ellos es que a casi todos se les pasará pronto tanta tontería y que la mayoría se convertirán en personas de provecho cuando superen su actual infantilismo.
Por desgracia no podemos decir lo mismo de aquellos que han saltado con unas formas claramente impostadas y exageradas para convertir esta chiquillada descerebrada pero insignificante en algo más trascendente que, por ejemplo, la infinidad de violaciones en grupo llevadas a cabo por manadas de inmigrantes ilegales con las que ellos mismos miran para otro lado. Porque, ¿cómo va a ser más importante que unos adolescentes atolondrados griten por la ventana “putas, salid de vuestras madrigueras” a que el maduro vicepresidente del Gobierno de España deje dicho por escrito que desea “azotar hasta que sangre” a una periodista que no es de su cuerda? ¿Cómo es posible que un adulto que ocupa la portavocía en el Congreso de uno de los partidos de la coalición de Gobierno cantara como si tuviera gracia “chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia”, y ahora diga hiperventilando que esta idiotez de niñatos “está diseñada para aterrorizar a las chicas del colegio de enfrente”, cuando ellas mismas han salido a desmentirlo públicamente?
Pero si las reacciones de la extrema izquierda han sido ridículas y sobreactuadas, no se han quedado atrás las de la derecha. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se apresuró en ser de los primeros en calificar la chiquillada de “inadmisible e intolerable”, llegando a asegurar que los chiquillos “lo que tienen que hacer es dejar ellos la caverna”. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, muy seria ella, dice que esta idiotez refleja un «repugnante machismo». Ni siquiera algunos líderes de Vox han perdido la oportunidad de hacer el ridículo y así su portavoz en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, ha dicho que está “indignada” por esas imágenes; mientras que el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega-Smith, dice que “no puede entender esto como una broma y como un juego”. Con un par.
Se han confundido todos, demuestran que no saben a quiénes tienen enfrente. Lo que está obligado a responder cualquier líder de la oposición con dos dedos de frente cuando le pregunten por la gansada de los niñatos pijos del Colegio Mayor Elías Ahúja, con tilde, es que ayer Pedro Sánchez y su Gobierno subieron los impuestos a los españoles para elevarse ellos sus sueldos un 4%, al mismo tiempo que el Congreso aprobaba la tramitación del derecho al aborto sin permiso paterno a partir de 16 años, una la ley trans que permitirá realizar el cambio de sexo a partir de los 12 años; y la ley animal que concede más derechos a un hámster que a un niño aún no nacido. ¡No aprendemos!
Temas:
- Franquismo