Nueva exposición en Fundación Canal

Los placeres canallas del París de Toulouse-Lautrec

Toulouse-Lautrec
Cartel de la exposición 'Toulouse-Lautrec y los placeres de la belle époque'.
María Villardón

Henri de Toulouse-Lautrec encerraba en sus manos la maestría de representar la vida, la música y los placeres mundanos –carnales y mentales– en sus creaciones. Elevó el cartel publicitario a obra de arte, ya vendría más tarde Marcel Duchamp con su urinario a hacer algo parecido, y mostró la vida callejera y canalla de un París nocturno que no siempre respetaba las normas morales de los encorsetados decimonónicos.  ‘Toulouse-Lautrec y los placeres de la belle époque’, es la nueva muestra de la Fundación Canal y ahí enseña cómo el artista es capaz de convertir los disfrutes más sórdidos en elegantes trazos y hacernos olvidar que, en muchas de las ocasiones, sus mujeres eran prostitutas. 

Ningún artista ha sido capaz de escapar de la magia canalla de Montmatre, uno de barrios más pintorescos que más pintores, intelectuales y personas de vida distraída acogió a finales del S. XIX y buena parte de la primera mitad del S. XX. La Revolución Industrial hizo florecer las ciudades, llenó los bolsillos de los parisinos y, además, todo se tornó musical y de color. Con sus sombras, evidentemente, pero es innegable que los placeres -culpables o no- salieron a la calle y se apoderaron de una de las etapas parisinas más efervescentes de todos los tiempos.

En medio de todo este tumulto de revoluciones sociales vivía uno de los artistas más reconocidos de la Historia del Arte, a pesar de su corta carrera. Toulouse-Lautrec, que también se instaló en el citado barrio, disfrutó de las noches de cabarets, teatros y mujeres para después retratarlo de manera sencilla, casi simbólica. Eso sí, sin cargas ni juicios morales. Claire Leblanc, comisaria y conservadora del Museo de Bruselas, señala que Toulouse-Lautrec “busca las amistades más modernistas en un Montmatre en el que a día de hoy sigue habiendo una mentalidad de aldea revolucionaria”.

Desde el punto de vista formal, elevó el cartel al pedestal artístico e imprimó en su obra un estilo muy personal convirtiendo a la figura femenina en el centro de toda su producción. “Lleva el arte del cartel al más alto nivel, un arte que se instala en toda la ciudad. En pocas líneas y colores consigue darle carácter al personaje”, relata Leblanc.

Divan Japonais de Toulouse Lautrec

Hay algunos hombres en su producción, pero es algo anecdótico comparado con la ingente reproducción de la figura femenina. “Mujeres de placeres ilícitos. Toulouse-Lautrec muestra gran interés y benevolencia con el mundo de la prostitución, se interesaba tanto que se mostraba indulgente tanto con las prostitutas como por los clientes, ya que, sin apenas vida sentimental, también hacía uso de ellas”.

En la nueva exposición de la Fundación Canal se huele, se escucha y se siente a Toulouse-Lautrec. El montaje, alabado por la conservadora del Museo de Bruselas, muestra una de las colecciones de carteles del artista francés junto con algunos de sus contemporáneos como Alphonse Mucha que, al igual que él en la última etapa, abrazó con fuerza el Art Nouveau.

En sus carteles, una de las más representadas fue Jane Avril, quizá estaba al nivel de musa, aunque el encargo que supuso un punto de inflexión en su carrera ocurrió en 1891. Charles Zilder, director del mítico Moulin Rouge, encarga al artista un cartel para promocionar el local. Bombazo.

Primer cartel de Toulouse-Lautrec

El artista opta por una composición radicalmente moderna en la que representa a la estrella del Moulin Rouge, Louise Weber alias ‘La Goulue’, junto a su compañero de escena masculino Jacques Renaudin, alias ‘Le Désossé’. Este cartel causa una gran sensación entre el público y proporciona a Lautrec un éxito inmediato: “Fue célebre y comenzó a tener encargos no solo relacionados con el mundo del teatro o el cabaret, sino del sector del consumo”.

Esta belle époque también fue el momento en el que en París se comenzaban a abrir galerías comerciales que necesitaban de publicidad. Touluse-Lautrec comenzó a hacer carteles publicitarios que han influido hasta nuestros días porque, según la comisaria, “entendía muy bien su época y tenía la libertad de poder elegir sus encargos, recordemos que financieramente no le hacía falta porque su familia era aristócrata”. Siempre fue muy libre en sus elecciones y tuvo una producción enorme, a pesar de haber tenido una carrera corta porque muere a los 36 años. Una suerte.

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