Entendiendo el queso: 7 consejos para convertirte en todo un experto

Entendiendo el queso: 7 consejos para convertirte en todo un experto
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Nos encanta el queso y, por suerte, tenemos una gastronomía en la que este alimento ocupa un importante puesto.

Y es que miremos donde miremos, siempre nos encontramos con alguna de esta maravillosas, y en ocasiones curiosas, variedades que nos brindan la posibilidad tanto de degustarlas tal cual como de emplearlas en nuestras cocinas para dar rienda suelta a nuestra creatividad y preparar deliciosos platos.

Manchego, Gouda, Roquefort, Parmesano o Gorgonzola son solo algunos de los nombres de estos quesos que, día tras día, ocupan un hueco en nuestras neveras (y estómagos). Pero… ¿sabemos como conservarlos y tratarlos?

Si queréis saber cuales son esas claves que nos convertirán en auténticos maestros «queseros», no os perdáis nuestra entrada de hoy en la que os enumeraremos 7 consejos básicos para que mimar a este alimento que tanto nos gusta, sea de lo más sencillo.

  1. La temperatura → Algo muy importante para que nuestro queso conserve su sabor es, sin duda alguna, la temperatura. Y es que para que un queso sepa como el primer día, debe ser guardado, precisamente, en las mismas condiciones en que maduró. Lo habitual es mantener una temperatura de entre 5 y 10 grados.
  2. A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar → Estamos de acuerdo en que la nevera puede llegar a ser un mundo totalmente paralelo donde, si nos descuidamos pueden llegar a formarse hasta pequeñas civilizaciones, pero si queremos que nuestros alimentos se conserven bien, deberemos disponerlos de acuerdo a sus características. En el caso del queso, éste ocupará siempre el lugar correspondiente a la parte menos fría de nuestro frigorífico. No obstante, si se trata de algún queso cremoso o de untar, los pondremos, por el contrario, en la zona más fría.
  3. ¡A cubierto! → Si no queremos que nuestro queso se seque o absorba otros olores, no debemos olvidarnos de guardarlo bien tapado, ya sea por un paño de cocina limpio o algún papel de cocina apto que cubra pero deje «respirar» al alimento en cuestión.
  4. ¿Congelador? No, gracias → Jamás de los jamases congeléis el queso, ya que empezará por perder todas sus propiedades, sabor y aroma y, acabará por estropearse y ponerse correoso. Recordad, siempre en el frigorífico y, dependiendo de la variedad de queso, en una zona u otra.
  5. ¡Menudo corte! → Y es que no todos los quesos requieren el mismo tipo de corte. Por ejemplo, cortaremos en cuñas los redondos, en barritas los alargados y cremosos y, en porciones los que sean untables (sólidos y no en tarrina). Por otro lado, los quesos azules demandarán un corte en forma de dados y, los más duros, en trozos pequeños.
  6. Cuestión de olores → Como hemos comentado antes, el queso es un alimento que tiende a absorber los aromas que tenga cerca (eso y, dependiendo del queso, liberarlos), por lo que procuraremos no tenerlos cerca de ningún ingrediente con olor fuerte o determinados platos recién elaborados que aún conserven todo su aroma. En cuanto al queso azul, mucho cuidado, ya que, como sabéis, el moho podría perjudicar y/o estropear cualquier alimento demasiado cercano.
  7. ¡A comer! → Como el resto de alimentos, el queso necesita un tiempo de atemperación para adaptarse a la nueva temperatura y poder ser consumido con todo su sabor. Así que, bastará con que lo saquemos unos 30 minutos antes y listo.

Y aunque sabemos que el queso encierra miles de secretos más, lo sentimos pero tras estos 7 consejos, no le hemos dado tiempo a contárnoslos…

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