Unión de Repúblicas Socialistas Sanchistas
Naturalmente que en el discurso autoelegíaco que Sánchez precipitó ante sus fanáticos en Sevilla no reveló, ni siquiera refirió, un ápice de cuál es su objetivo de futuro. Éste exactamente: constituir la Unión de Repúblicas Socialistas Sanchistas, la nueva URSS del siglo XXI occidental que fue disimulada por su patrocinador dentro de una panoplia de morralla doctrinal que los pobres fanáticos compraron sin rechistar, tal y como acometieron la indecencia de piropear y ovacionar a dos ex presidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán, que robaron, según ha quedado sentenciado en el Tribunal Supremo, nada menos que 687 millones de euros.
Estos son los héroes de esta España enmerdada hasta la náusea. Sánchez no se ahorró denuestos, ni embustes de toda condición; por mentir llegó a vociferar que en 2027 él, o sea, su PSOE enfangado, volverá a ganar las elecciones municipales, autonómicas y generales. Aquí fue Troya la ovación: hasta uno de los principales derrotados de 2023, el impresentable Espadas, se fundió en un abrazo interminable con el colega más cercano porque allí mismo había descubierto que, lejos de haberse pegado un batacazo soberbio en los tres anteriores comicios, él, aplastado en Sevilla por un mal candidato del PP, que todo hay que decirlo, había sido realmente el vencedor. Palabra de Sánchez.
Ni una idea, claro es, a la España del futuro. Sólo presentó el tipo como gran aportación del Régimen, de su Régimen, la creación del Instituto Nacional de la Vivienda; pero hombre, ¡por Dios!, sabemos que entre sus hooligans que llenaban el salón abundaban los analfabetos, pero entre ellos, ¿no había uno solo un poco más versado, que le susurrara «cuidado, Pedro, esto viene de los tiempos de Franco»?
Y es que, efectivamente, un ministro de entonces, Vicente Mortes Alfonso, creó precisamente el Instituto de la Vivienda que llenó de casas de medio pelo gran parte de las provincias españolas de entonces. En su astenia intelectual ya se ve que el padrecito Stalin de nuestras horas se apropia de iniciativas de unos y otros con la misma fruición que ignorancia.
La España del futuro es, para Sánchez, la que ha nacido precisamente este martes con la inserción en el Boletín Oficial del Estado de esa orden insólita que exige a cualquier cliente de un hotel o similar un rellenado de datos de los cuales sólo falta declarar de qué color lleva los gayumbos o las bragas.
El comisario político Marlaska, antes juez decente, se ha convertido ahora al leninismo más ortodoxo, y ha decidido que para dormir, o lo que queramos, en la habitación de un establecimiento cualquiera tengamos que declarar ante el Estado con quién nos estamos acostando. ¿Lo hará él si episódicamente le da por cambiar de pareja? Estamos seguros de que no.
La antigua URSS, un prodigio de asesinatos que la izquierda española, también la europea e incluso la mundial en su todo, lleva disimulando cinco o seis décadas, seguro que tenía dictada durante el reinado de aquel Estado súpercomunista y absolutamente criminal una norma como ésta. Los hoteleros de aquí se echan las manos a la cabeza y los visitantes se preguntan qué les pasará si se niegan a descubrir al Gobierno sus datos más íntimos. Únicamente el comisario Marlaska se solaza al gritito, muy suyo, de «¡ya les tenemos cogidos a todos!». Puro leninismo.
Este ejemplo, quizá más que ningún otro, cuaja la seguridad de que del brazo de este individuo marxista tan poco recomendable caminamos, golpe a golpe (literal), hacia esa Unión de Repúblicas Socialistas Sanchistas diseñada para, al menos, cuatro fines: perpetuar en el poder, como en Moscú, al remedo leninista, Pedro Sánchez Pérez-Castejón; convertir el Estado constitucional y monárquico del 78 en un conglomerado de repúblicas que nacerán con el deseo declarado de huir del conjunto español en cuanto puedan; acendrar, como acabamos de ver, el carácter intervencionista (iliberal, según lo llaman estos desalmados) de un Régimen en el que, también como hemos demostrado, hasta para revolcarse con una señora (señor en el caso de Marlaska) tengamos que revelar su identidad; o finalmente, establecer un autoritarismo totalitario en el que sólo mande el sujeto mencionado.
Esto es lo que se nos viene encima: la Unión de Repúblicas Socialistas Sanchistas, a las cuales el centroderecha español está prestando nula atención. Esta misma semana le decía esto al cronista un profesional de la Medicina con cargo institucional: «Es que la sociedad española ha perdido la esperanza de que esto se pueda rebatir». Así es: yo vengo afirmando que hemos tirado la toalla ante los desmanes miserables, horrendos, históricos que este desalmado está perpetrando contra nosotros. Quedan avisados: la Unión de Repúblicas Sanchistas. La URSS estalinista ha resucitado en España.
Apéndice: Sánchez pretende arrasar con el Colegio de Médicos de Madrid
El día 17 se celebran unas elecciones trascendentales en este Colegio. La ultraizquierda, movida por la ministra de Sanidad, Mónica García, y alentada desde La Moncloa por el propio Pedro Sánchez, intenta arrojar de la directiva de este Colegio, que encierra nada menos que 55.000 inscritos, a los actuales regidores, unos profesionales de extraordinario prestigio profesional, a los que la plaga sanitaria de esta García ha venido persiguiendo en los últimos cuatro años.
La ultraizquierda, en la que ni siquiera se acomoda el PSOE de siempre (dos de sus afectos figuran en la lista opuesta) se acomoda en el rebozo del Amyts, una asociación que pretende, nada menos, que convertir, este Colegio en un sindicato de clase con un doble objetivo: cargarse para siempre la dualidad Medicina Pública-Medicina Privada y, de paso, constituirse en un Ejército permanente para derribar al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.
Si un 20% (el desiderátum sería un 30) de la población médica de la Comunidad acudiera a votar el día 30 a las 39 urnas instaladas en toda la provincia, el triunfo imprescindible de la candidatura del cardiólogo Manuel Martínez-Sellés y del geriatra Javier Martín, director médico del Hospital Zendal, será incontrovertible, pero la abulia absentista de la derecha española, también la de los médicos de este cariz, puede dar el triunfo a la ultraizquierda estalinista de Amyts y compañía. Ésta es una situación de emergencia. Por cierto: ¿Ha caído en la cuenta el PP de lo que se juega la sociedad madrileña, la española desde luego que sí, en este día? No es seguro, pero está advertido.