El sueño de Podemos, la felonía del PSOE

El sueño de Podemos, la felonía del PSOE

Cuando estos personajes que culebrean por Podemos (y especialmente los que les han precedido, que ya sabemos que la purga es indeleble signo de identidad del comunismo) andaban convenciendo a los chavistas para que financiaran la conversión bolivariana de España, no vislumbraban, ni en sus mejores sueños, alguna posibilidad de éxito. Su aspiración era trincar la pasta y montar unos cuantos chiringuitos que les permitieran, con la ayuda de los medios, estar en el candelero el tiempo necesario para instalarse en el Shangri-La de la progresía champagne.

Sin embargo, y para incredulidad de ellos mismos, la quimera se hizo realidad cuando, con una increíble maniobra político-judicial, llega al poder un personaje al que, como certeramente definió Pérez-Reverte en El Hormiguero, le sientan como hechos a medida todos los adjetivos peyorativos del diccionario.

Todavía no se han cumplido dos años de la coalición socio-comunista y la operación de ingeniería social, premisa del cambio político-estructural, está casi culminada. Solo falta alguna de las leyes que están en cartera y un par de presupuestos más para que la base social, y sobre todo electoral, se sienta liberada de principios y valores, desconectada de las tradiciones y desvinculada de las instituciones y la historia que nos cohesiona.

Al contrario de lo que se podría pensar, conducir el país a este estadio no era la hoja de ruta de un Pedro Sánchez que la hace suya obligado por su preminente vocación de permanencia. Hace tiempo que el Gobierno ya solamente dirige sus esfuerzos a los planes que proponen los ministros podemitas y a ir cumpliendo con las exigencias de sus otros socios, los filoterroristas y los secesionistas vascos y catalanes; pero para que estas actuaciones no queden tan expuestas necesita orientar al partido, precisamente en la semana de la Fiesta Nacional, a la encastillada defensa de esa política tan desleal con España y los españoles.

Así que chicos, estoy harto de pitadas. Vámonos todos a Valencia a hacer un congreso, que necesito poner la maquinaria al servicio de la causa, de mi causa.

Algún iluso todavía pensará que los indultos, el autonomismo plurinacional, las absurdas leyes sociales o el repudio de la transición harán que aparezca contestación interna; pero ya sean barones o los viejos rockeros, en el PSOE las protestas o los actos de contrición son en la intimidad y siempre lejos de Ferraz. Los que a estas reuniones llegan como díscolos se convierten en culiparlantes que solo abren sus enormes bocazas para aclamar al líder y para comulgar, en genuflexión, con sus ruedas de molino. Fernández Vara ya hace tiempo que se reprogramó en sanchista; Ximo Puig solo contesta al abrazo del oso del socialismo catalán y al ninguneo del Gobierno con la financiación multinivel, atacando a Madrid; y a Page ni siquiera le importa tener a gran parte de su población, cazadores y amantes de los toros, pensando en votar a VOX.

Incluso aparecerá por allí algo parecido a un verso suelto, que parecía mostrarse contestatario con las políticas penitenciarias, con las mesas de diálogo o con las leyes podemitas. Pero al final sacan la vena sectaria y terminan siempre justificando su inquebrantable filiación diciendo que siempre es peor que mande la derecha.

Unos y otros, todos saben que si protestaran muchos el problema lo tendría Sánchez, pero que si protestan pocos el problema lo tienen ellos. Síntesis y conclusión: no protestará nadie, y el resultado será una adhesión a la búlgara.

Así que una vez más, el PSOE se auto refleja en el partido golpista del 34 o autoritario del 36 y se convierte en cómplice necesario del comunismo y el secesionismo en su vocación de descuajeringar (creo que es el verbo adecuado) nuestra nación. Sánchez ha demostrado la mutabilidad de sus principios y que en cualquier situación solamente se va a poner de parte de sí mismo, pero nos gustaría pensar que existe un PSOE socialdemócrata y constitucionalista. ¿Hay alguien?

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