Los rebeldes de La Salle

Los rebeldes de La Salle

¡Ay, estos chicos! ¡Qué juventud tan rebelde! Aún estamos hiperventilando por lo del Ahuja de Madrid, y vienen los de La Salle de Mallorca a provocarnos con una bandera. Podían haber puesto un póster de Greta, o ir a clase con la camiseta del Che. Pero no, les dio por poner la bandera de España y se lio.

Si hubieran puesto un crespón arcoíris en una esquinita, nadie hubiera protestado y hasta habrían ganado un premio de buenas prácticas escolares, la profe les habría acompañado a la conselleria a hacerse la foto con el galardón, y allí la consellera habría alabado el coraje de sus alumnos ante Qatar. Coraje woke, claro, del que se tiene a 7000 kilómetros.

Tampoco hubiera pasado nada si en vez de la bandera de todos, la del artículo 4 de la Constitución, se hubieran puesto banderas de parte; de la parte progre, por supuesto. Como las banderas y pancartas verdes que colgaron durante años seguidos en los principales balcones de colegios e institutos sin ningún problema. ¿Protestó entonces aquella profe?

Pero no, pusieron la bandera española. Así que cuando la profe entró en clase, le sobrevino una arcada de café de máquina y, con las venas tensando su cuello, antes de que un sarpullido brotase en su rostro, gritó bien alto: ¡O la bandera o yo!  ¡Quitad ese trapo! Que en catalán suena más fino: traieu aquest drap.

Y, sexo aparte, qué más le pone a un adolescente que un ultimátum, más aún si va en grupo. Así que pasó lo que tenía que pasar, que no recularon y todos a llenar la calle de pipas. Expulsión general y aquí nada de indultos ni de rebajas. Eso es para otros. ¿Cómo dar clase delante de un símbolo constitucional? ¡Qué transgresor! Ni Pablo Motos haría una cosa así. ¡Fachas!

 

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