En lugar de perseguir a las empresas más te habría valido perseguir a Errejón
Lo de Yolanda Díaz es un caso sintomático de totalitarismo antiempresarial, nada sorprendente en quien ha llevado su dogmatismo filocomunista al colmo de lo absurdo. El 90% del tejido empresarial español está compuesto por pequeños y medianos negocios a los que la ministra de Trabajo quiere tener permanentemente vigilados, hasta el punto de que pretende imponer sanciones de hasta 10.000 euros por trabajador a las empresas que no faciliten en tiempo real el registro horario de sus trabajadores a la Inspección de Trabajo y a los representantes de los trabajadores.
Aprovechando que el mes que viene presentará en el Congreso su plan de reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales sin bajadas de sueldo (algo que está en el aire porque Junts no está por la labor), Yolanda Díaz ya ha sacado a consulta pública el texto de la norma en el que se recoge que las empresas tendrán que dar acceso remoto en tiempo real a través de un registro digital de la jornada laboral.
En ese nuevo artículo se ampliarán las multas actuales de 7.500 euros como máximo a los 10.000 euros como máximo. O sea, que como las pymes no tienen bastante con la normativa actual, el Ministerio de Trabajo pretende complicarles todavía más la vida obligándolas a estar permanentemente en contacto con la Inspección, convertida en una suerte de Stasi. Explicarle a Yolanda Díaz que un negocio requiere de una dedicación que hace imposible estar pendiente de transmitir en tiempo real el registro horario de los trabajadores es una pérdida de tiempo, porque alguien que lleva toda su vida metida en política no va a entenderlo jamás.
Pero es que, además, la medida, que es el colmo del intervencionismo, lo que revela es la concepción que la ministra tiene de la empresa y de los empresarios, convertidos por este Gobierno en presuntos sospechosos. Más le hubiera valido a Yolanda Díaz perseguir lo que hacía Íñigo Errejón en lugar de perseguir a las empresas.