Erdogan se presenta a favor de una cumbre Turquía-UE antes de finales de junio
Las relaciones entre la UE y Turquía han sido tensas desde el año pasado. Los líderes de la UE han tomado nota del deseo de normalización del presidente Recep Tayyip Erdogan, pero pidieron «gestos creíbles» y «esfuerzos duraderos» para hablar en una cumbre europea los días 25 y 26 de marzo.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, manifestó el lunes 8 de febrero, durante una videoconferencia con la canciller alemana, Angela Merkel, su deseo de que se organice una cumbre en el primer semestre del año entre Turquía y la Unión Europea.
«La canciller aplaudió las últimas señales positivas y los sucesos en el Mediterráneo oriental. Subrayó que ahora es importante alcanzar avances en las cuestiones conflictivas mediante el diálogo», señaló su oficina en un comunicado.
En este sentido, Merkel ha instado a seguir avanzando para «alcanzar avances en las cuestiones conflictivas mediante el diálogo», resaltó el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, en un comunicado.
Ambos líderes también han discutido otras cuestiones de actualidad, como la pandemia del coronavirus, así como otros «asuntos bilaterales e internacionales», aunque Seibert no ha revelado más detalles sobre estos temas.
Alemania trató en vano este verano de mediar entre las partes por su especial interés en mantener unas buenas relaciones con Turquía para contener la inmigración que pretende llegar a su territorio y por los tres millones de turcos y descendientes que viven en su país. No obstante, en diciembre los miembros de la UE votaron a favor de imponer sanciones contra Ankara por negarse a tratar de solucionar el conflicto.
La relación entre la Unión Europea y Turquía sigue manifestando sus más y sus menos. Se trata de una alianza complicada, que ha llegado a tensarse hasta puntos insospechados, sobre todo, por la exploración de hidrocarburos en el Mediterráneo oriental. Pero, a pesar de las muchas fricciones que puedan existir entre ambas potencias, tanto la UE como el país euroasiático son conscientes de que se necesitan de una forma u otra.
Durante los últimos meses, la región del Mediterráneo oriental se ha convertido en un foco de tensión no sólo con los países europeos que allí se encuentran, como Grecia y Chipre, con los que los desencuentros son más habituales, sino con otros con los que no lo son tanto, como Francia o Alemania. La injerencia turca en el conflicto libio, sobre el que hay una misión europea para velar por el cumplimento del embargo de armas, ha ocasionado varios encontronazos entre la Armada turca y la francesa o la alemana. La retórica desde entonces entre el mandatario turco y el presidente francés ha ido en ascenso, provocando un problema de calado en el seno de la OTAN y, en menor medida, en la Unión Europea.
Los líderes comunitarios pidieron en la última cumbre celebrada el pasado diciembre a Borrell y a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que estudiasen la posibilidad de extender las sanciones a Ankara en función de cómo evolucionase la actitud de Ankara. Si bien sí fueron aprobadas sanciones individuales contra funcionarios involucrados en las actividades de exploración en el Mediterráneo oriental.
Las conversaciones de producen en un contexto en el que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quiere rebajar la tensión con la Unión Europea, que amenazó con imponer sanciones a Ankara si no resolvía la disputa con Atenas, lo que perjudicaría las dificultades que atraviesa la economía turca, agravadas por la pandemia. A lo que se le une la incertidumbre en su futura relación con Estados Unidos ahora que Joe Biden es presidente.
La grave situación que enfrenta la economía turca ha obligado a Erdogan a recular y dejar de lado la retórica frentista de los últimos meses para buscar una vuelta a la normalidad en lo que a la relación con la Unión Europea se refiere.
De momento, Turquía seguirá por la senda de rebajar la tensión para evitar nuevas sanciones de la Unión Europea, aunque las conversaciones no prometen ser fáciles. Mientras tanto, las autoridades turcas ya se preparan para un enfriamiento de la relación con Estados Unidos, ya que no se prevé que la nueva administración sea tan permisiva con Erdogan.
Los líderes europeos se reunirán de nuevo en marzo, y para entonces está previsto que Josep Borrell presente un informe sobre las relaciones políticas, económicas y comerciales entre el bloque comunitario y Turquía, ya que la Unión Europea está dispuesta a mantener una línea dura con el país si continúa con las extralimitaciones a pesar de las sanciones impuestas en diciembre. Por eso, Erdogan tratará de mostrar su disposición a retomar las buenas relaciones entre Ankara y Bruselas, y que el informe sea lo más favorable posible y evite nuevas actuaciones que afecten a nacionales y empresas turcas.