Trapero da minicursillos de antidisturbios para suplir las bajas de los descontentos con el golpe
La Dirección General de los Mossos d ´Esquadra que lidera Josep Lluís Trapero está formando contrarreloj a agentes sin preparación ni experiencia para suplir las numerosas bajas que se están produciendo en su unidad Antidisturbios, la Brigada Móvil (BRIMO).
Bajas que tienen su origen en el creciente malestar con la deriva golpista emprendida por el ‘Major’ Josep Lluís Trapero y que ha provocado las crítica dentro de estas unidades consideradas ‘de élite’.
Para sustituir a esos efectivos antidisturbios, los Mossos han comenzado a impartir una formación exprés a policías que nunca han ejercido esas funciones. Se trata de agentes en oficinas, o que están asignados a otros cometidos como por ejemplo investigación criminal, vigilancia penitenciaria, tráfico o autopistas.
Cursillos exprés de 3 horas
Se piden voluntarios pero, según fuentes consultadas por OKDIARIO, la mayor parte realiza estos mini-cursillos (apenas tres horas) de forma obligatoria. Los cursillos se realizan en el Complejo Central EGARA, el cuartel general de los Mossos, ubicado en Sabadell, y están siendo objeto de crítica tanto por parte de los miembros de la BRIMO como por los de otras unidades.
Este periódico ha recabado detalles sobre esa preparación para convertirse en antidisturbios ‘en horas’, y que los mossos revelan entre la indignación y la chanza. «Les sacan al patio y les dan un traje de antidisturbios, un casco, una porra y un escudo. Les explican cuatro cosas y les ponen a correr», nos relata un agente que ha presenciado estas sesiones preparatorias.
«Lo pasan fatal porque es gente que está acostumbrada a labores de papeleo o de otro tipo, y de pronto se ven entrenando con un equipo que pesa y un traje de la BRIMO que además es de invierno, imagínate el calor que aguantan y además sin resistencia física», afirma.
Críticas por la imagen de la BRIMO
En el patio de la comandancia de Mossos se han vivido escenas más propias de una película de Torrente que de una policía que los golpistas aspiran a convertir en el embrión del futuro ‘Ejército de una República Catalana’.
«A unos se les cae el casco, otros, corriendo, pierden la defensa, los instructores les chillan ¡cuidado con el material!», relata un agente que ha presenciado los ‘entrenamientos’. «Hay gente que se pega tres carreras, se para y se pone a vomitar, o que a la primera de cambio dejan de correr y se sientan en el suelo… Algo vergonzoso», apunta este policía catalán.
Otros mossos con los que ha hablado este periódico se lo toman con sorna: «A los BRIMO se les conoce como ‘Dragons’ (dragones), y como cualquier grupo de intervención de cualquier policía son gente que impone, pero la gente nos va a perder el respeto porque no es colgarle un casco, una porra y un mono y que parezcan las Tortugas Ninja», aseguran.
Trapero quiere evitar más ‘policía española’
La reprobación de los verdaderos BRIMO tiene sus argumentos.»Dicen que no van a poner a estos compañeros en manifestaciones, y que los mandarán como apoyo o a proteger edificios, pero, aparte de poner en peligro su integridad física porque no se puede convertir a un funcionario en antidisturbios en tres horas, es una burla a los profesionales de esta unidad», lamenta un veterano miembro de la también llamada Area de Brigada Móvil (ABM).
Con estos cursillos ‘anti-avalot’ (antidisturbios), el consejero de Interior, Joaquim Forn, y el mayor de los Mossos, el imputado por sedición Josep Lluís Trapero, tratan de mantener en 500 el número de agentes encargados del mantenimiento del orden público. Y con un doble objetivo. Uno de tipo operativo: para poder hacer frente a nuevas movilizaciones callejeras que puedan producirse como consecuencia de una posible Declaración Unilateral de Independencia (DUI).
Y otro de carácter político. Los Mossos tienen la competencia de orden público, y en la Generalitat no ha gustado el despliegue de lo que denominan ‘policía española’ ordenado por el Ministerio del Interior, en cumplimiento de las órdenes de la Fiscalía para reforzar a las huestes de Trapero.
Y el gobierno de Carles Puigdemont, en plena escalada golpista, quiere mostrar músculo policial en las calles con la presencia de esta unidad de élite. Aunque para ello tenga que acudir a un cursillo ‘conviértase en agente antidisturbios en tres horas’.