Puigdemont sigue a lo suyo: «La salida de grandes empresas ayuda» porque expulsará voto españolista

Carles Puigdemont
Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Jordi Turull.
Carlos Cuesta

Las empresas abandonan Cataluña. La banca anuncia el cambio de sede. Pero Carles Puigdemont no altera los planes. Lo acaba de comunicar a su círculo más cercano: la hoja de ruta no cambia. El golpe de estado continua. Es más, el presidente catalán ha restado importancia al golpe recibido ayer con la comunicación del cambio de sede del Banco Sabadell y el movimiento de La Caixa y la salida de Gas Natural recién confirmada. Exactamente igual relativiza el impacto de la fuga de empresas que lleva tiempo produciéndose y ahora mismo se dispara de forma exponencial.

Para Puigdemont esos datos carecen de importancia en el proceso separatista. Es más, la salida de las empresas, explica él, va a restar peso a la vieja burguesía catalana dentro de la antigua Convergencia y, por derivada, dentro de la Generalitat, con lo que el proceso, lejos de debilitarse, se acelera. Y lo que fuera el antiguo partido de CiU se radicalizará aún más.

Se trata de la visión del actual presidente Puigdemont. Una persona que ha comunicado internamente que, sin los frenos del nacionalismo clásico y la influencia creciente de las CUP, el separatismo es imparable. Y que, por lo tanto, deben seguirse los pasos para ir avanzando hacia la supuesta independencia de Cataluña, con o sin declaración unilateral de independencia.

Los equipos de Puigdemont han explicado igualmente que la celebración de un pleno en el Parlamento catalán para realizar la declaración unilateral de independencia es accesoria. Y es que la Ley de Transitoriedad recoge la entrada automática en el proceso de independencia de Cataluña y de ruptura de España en el momento en el que se comuniquen los resultados oficiales del referéndum ilegal.

Puigdemont descuenta que, en estos momentos, es imposible la marcha atrás ante la toma del pulso del golpe por la calle. Y que, por lo tanto, no tiene sentido ponerse delante de un movimiento que apartaría de su camino a cualquiera de sus políticos que pretendiese pararlo.

Por eso el presidente de la Generalitat resta importancia a la salida de las empresas y banca. Porque, aunque el impacto económico puede ser tremendo, provocará precisamente un desequilibrio del voto hacia la radicalización al vaciar de voto en Cataluña las posiciones más moderadas.

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