Las diferencias entre el nuevo incendio en la selección femenina y el ‘caso Vilda’
La selección española femenina se ve inmersa en un nuevo incendio que recuerda a etapas pasadas
La gestión y los motivos de Montse Tomé no tienen nada que ver con la de su predecesor en el banquillo
Montse Tomé acaba con los privilegios en la selección femenina que llevaron al fracaso olímpico
La selección española femenina vuelve a verse envuelta en un incendio, después de que Montse Tomé decidiera no convocar a Jenni Hermoso, Irene Paredes y Misa Rodríguez. Puede parecer que la decisión de la seleccionadora tiene algo que los métodos que seguía su predecesor –el innombrable Jorge Vilda– a la hora de gestionar el vestuario, pero nada más lejos de la realidad. En este caso, hay varios motivos que esclarecen que entre una etapa y otra hay muchas diferencias.
Más allá de los sucesivos intentos de desmarcarse de la anterior gestión en sus declaraciones, sus actos también han sido distintos. Las más evidentes residen en el regreso de varias jugadoras que con Vilda estaban sentenciadas. La primera medida de la asturiana como seleccionadora fue llamar a cinco de las jugadoras de Las 15 que se habían quedado sin Mundial, entre las que estaban Patri Guijarro y Mapi León. Las dos mantuvieron su postura de seguir fuera, aunque la mediocentro cambió de parecer antes de los Juegos Olímpicos y fue convocada.
Aquella medida fue una clara muestra de tratar de arreglar la fractura que se había generado un año antes. A eso se sumó que las capitanas –Paredes, Hermoso y Alexia– recuperaban el brazalete que el anterior seleccionador les había quitado. Más allá de las diferencias que había entre estilos sobre el césped, quedaban claras las que existían en cuanto a la gestión.
Aleixandri, Amaiur, Lucía García, Guijarro y Ouahabi han sido algunas de las que quedaban de aquellas 15 rebeldes a las que Montse Tomé ha llamado. Una clara muestra que la desmarca de la línea continuista que se pensaba que iba a seguir. De hecho, la asturiana siempre ha evitado hablar de tiempos pasados y nunca ha cerrado la puerta a las que seguían considerándose no convocables, como fue el caso de Guijarro o Pina –durante un tiempo– y de Mapi León.
De cara a esta última convocatoria, polémica por las ausencias, habló sobre el regreso de Claudia Pina, pero también sobre el hecho de que Mapi no quiera ser llamada a filas y dejando claro que puede volver si cambia de decisión: «Pina habla con nosotros antes de los Juegos, está disponible para la selección en lo que necesita, está en un buen momento, teniendo una regularidad. Mapi sigue creyendo que no quiere seguir viniendo y respetamos la decisión».
Nuevo terremoto en la selección femenina
Esta forma de actuar de Tomé nada tiene que ver con la de un Jorge Vilda que se tomó la renuncia de las 15 jugadoras como un desafío personal. Consideraba que las jugadoras pedían su cabeza y, en un ejercicio de resistencia inaudito, sabiendo que no contaba con la confianza del grupo, no sólo siguió, sino que ganó el Mundial. Eso sí, hubo represalias claras.
La primera de ellas fue quitar el brazalete a Hermoso, Paredes y Alexia por apoyar a sus compañeras, además de sentar en el banquillo a Misa en pleno Mundial. Para esa cita, muchas de Las 15 habían reconsiderado la posición de no ser convocadas, pero sólo se llevó a tres, que eran imprescindibles en sus puestos para poder aspirar al título: Aitana, Mariona y Ona Batlle.
Quiere que sean una piña
La decisión que ha tomado ahora Montse Tomé no se debe a una cuestión personal. Según se desprende de sus palabras, va más con encontrar la armonía en un vestuario que lleva años siendo un polvorín. La seleccionadora quiere hacer de España «una familia», en la que haya un «equilibrio en la convivencia», sin exigencias, en la que se sepa saber estar, independientemente de las decisiones que tome el cuerpo técnico. Y parece que no podrá lograr su objetivo si sigue contando con ellas.
Según ha declarado, quiere dar carpetazo la «situación excepcional» que se mantiene desde que llegó al banquillo el pasado año. La Selección se ha acostumbrado a convivir en tensión y para ponerle fin ha decidido no llamar a tres jugadoras que hasta el momento eran indiscutibles y capitales en el vestuario. Son parte del núcleo duro de la selección femenina, pero considera que su presencia impide la unión que pretende lograr para poder sacar el «máximo rendimiento» del grupo de cara a la próxima Eurocopa.