Montse Tomé acaba con los privilegios en la selección femenina que llevaron al fracaso olímpico
Montse Tomé toca al núcleo duro de la Selección en busca del "equilibrio en la convivencia" para volver a la senda del éxito
Busca "reajustar" el equipo después de episodios incómodos que llevaron al fracaso en los Juegos Olímpicos
Nuevo incendio en la selección femenina por la falta de «compañerismo» de las vacas sagradas
La selección española femenina ha entrado en una nueva era de «reajuste» después de su fracaso en los Juegos Olímpicos. Un reseteo con el que Montse Tomé busca encontrar el «equilibrio en la convivencia» con jugadoras que entiendan que ser convocadas con España «es un regalo». Quiere unir al vestuario para que sea una familia. Para ello, ha prescindido de tres futbolistas importantes como son Jenni Hermoso, Irene Paredes y Misa Rodríguez.
La seleccionadora no quiso cerrarles las puertas de forma definitiva, aunque sí que dejó caer –en repetidas ocasiones– a que su ausencia de la lista se debía a escenas que se dieron «fuera del campo». Dijo que lo que buscaba, más allá del rendimiento que puedan dar sobre el césped –que en los tres casos, claro está que es altísimo–, tenía más que ver con la «colaboración», el «compañerismo» y el «saber estar» en los momentos más complicados.
De esta forma, Tomé busca, de esta manera, acabar con las salidas de tono durante las concentraciones, como la de Jenni Hermoso en plenos Juegos Olímpicos, cuando afirmó no entender su suplencia. «Aceptándolo o no, es lo que me toca», dijo entonces la delantera. Quiere que sus jugadoras sumen, tanto dentro como fuera del terreno de juego, independientemente de si tienen más o menos minutos, como sucede en el equipo de Luis de la Fuente.
Considera que esa es la fórmula del éxito. Algo que, por otro lado, está muy alejado de lo que está acostumbrada una selección femenina donde la armonía no ha reinado nunca. No lo fue antes del Mundial, ni tampoco después, puesto que cabe recordar que Tomé se vio obligada a reestructurar un equipo campeón que estaba completamente roto por lo sucedido antes y después de la cita mundialista y que apenas confiaba en ella.
Ganó la Liga de Naciones, clasificando a España para los primeros Juegos Olímpicos de su historia, donde el claro objetivo era el oro. Los problemas parecían haber desaparecido en un vestuario en el que el desgaste anímico provocado por todo lo anterior era más que evidente. Pero llegaron más problemas. Más allá de que las jugadoras llegaron fundidas al torneo, hubo decisiones técnicas que no sentaron nada bien, además de actitudes por parte de las futbolistas que generaron choques en la convivencia.
Todo esto, derivó en un fracaso sin paliativos. Las sensaciones nunca fueron buenas sobre el verde. Se llegó a semifinales ganando en penaltis contra Colombia, a la que hubo que remontar in extremis. Entonces se impuso el talento, algo que no sucedió ante Brasil. El cortocircuito del equipo fue total y dejó evidencias claras de que algo no iba bien. En el partido por el bronce se tocó fondo, perdiendo ante Alemania.
«Reajuste» en la selección femenina
Ahora, en busca de una normalidad que ha sido inexistente en los últimos años, Montse Tomé quiere formar un grupo que desprenda ilusión, que considere que defender la enseña nacional es un privilegio alejado de cualquier tipo de egos e individualidades. De esa forma, aplicando una fórmula que le ha funcionado –y de qué manera– a Luis de la Fuente, busca sacarle el máximo partido a la Selección de cara a una Eurocopa que quieren –y prácticamente están obligadas– a ganar.
Las primeras medidas de la seleccionadora han sido claras y muy polémicas. No es fácil tocar al núcleo duro de un equipo que hizo historia en Sídney hace poco más de un año, aunque Tomé afirma que lo hace en busca de recuperar esa «máximo rendimiento» que las llevó a reinar en el fútbol femenino mundial, con vistas a hacerlo el próximo verano en la Eurocopa que se disputará en Suiza.