La deportividad de Bagnaia y su abrazo con Jorge Martín: «Le dedico la victoria»
El italiano felicitó al español por el título mundial
¡Jorge Martín hace historia y se proclama campeón del mundo de MotoGP!
Jorge Martín, Martinator, o como quieran llamarlo. Su nombre ya está escrito en el muro eterno de los campeones. En Barcelona, ante su público, no falló. Le bastaba con sumar siete puntos, es decir, finalizar noveno, pero acabó tercero. Nuevo podio. Ese del que prácticamente no se ha bajado en toda la temporada. Premio a la regularidad, la que se ha faltado a Pecco Bagnaia.
Nunca antes un piloto había logrado tanto triunfo en un mismo año y no ganar el campeonato. Al italiano le han penalizado los ocho ceros que ha tenido esta temporada. Cinco los sábados y tres los domingos. Martinator controló la carrera de principio a fin. Se situó segundo en los primeros metros, cedió la posición ante el ímpetu de Marc Márquez y guardó el tercer puesto que bien valía un título.
Bagania se estiró, bien por estrategia o bien por el empuje de Marc, que buscaba un triunfo con el que despedirse de Gresini. Lo cierto es que el italiano tiró y se distanció del resto, lo que permitió a Jorge Martín una carrera plácida. Sin líos adelante ni atrás. Lo que mejor le venía. Resulta llamativo que Martín acabe con tranquilidad un campeonato lleno de hostilidades con Bagnaia.
Todas ellas honradas por otro lado. Al cruzar la meta, con el título ya en manos del español. Bagnaia le abrazó y se deshizo en elogios hacia él. «Le decido la victoria», aseguró. Un gesto de máxima deportividad entre dos pilotos batalladores que se traslado al antepalco al podio.
UN CAMPEÓN cuando gana y UN CAMPEÓN cuando pierde
La felicitación de @PeccoBagnaia a @88jorgemartin. Respeto en estado puro entre dos gigantes 👏👏👏#SolidarityGP #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/mMoh798gii
— DAZN España (@DAZN_ES) November 17, 2024
Allí se dieron cita Bagnaia, Jorge Martín y Marc Márquez. Los tres pilotos visualizaron secuencias de la carrera en las que se veía a Martinator cruzando la meta. «Bravo», decía el italiano mientras aplaudía a escasos metros del español. «Muy bien, tío», le felicitaba el de Cervera. «Joder, qué duro, qué difícil», aseguraba el piloto madrileño.
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