Europa

¿Por qué lo expertos no aconsejan viajar a Europa este verano de forma tan contundente?

Avión
Avión.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Según los últimos datos de Aena, las aerolíneas han programado un total de 220 millones de asientos para este verano, un 3,6% más que antes de la pandemia del Covid-19. El mayor aumento se observa en rutas de hasta 4.000 kilómetros y en los principales aeropuertos. Las aerolíneas «low cost» permiten viajar de una forma muy económica;  por ejemplo, el trayecto Madrid-Barcelona en avión suele ser más barato que en tren o incluso en coche. Sin embargo, la preocupación medioambiental es creciente, ya que los vuelos generan significativamente más CO₂ que los trenes. De acuerdo con la Agencia Europea de Medio Ambiente, el tráfico rodado es responsable del 72% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el aéreo contribuye con un 14%, el marítimo con un 13%, y el tren sólo con un 0,5%.

Aunque a nivel global la aviación aporta un 2% de emisiones según la IATA, este porcentaje se debe reducir para cumplir con el Pacto Europeo de 2050. Greenpeace destaca que, pese a su bajo porcentaje, las emisiones de la aviación han aumentado entre un 5% y un 7% anual antes de la pandemia. En Francia, se ha votado una ley para restringir vuelos cortos sustituibles por trenes, medida también considerada en el proyecto «España 2050». No obstante, el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos (COIAE) cuestiona esta medida, argumentando que en España los vuelos de menos de 500 kilómetros representan solo el 1,2% de las emisiones nacionales. Además, advierten que la sustitución por trenes implicaría nuevas emisiones debido al consumo eléctrico.

La recomendación de los expertos para viajar este verano por Europa

En Europa, son muy habituales los vuelos cortos, lo que genera preocupaciones ambientales debido a la considerable contaminación que producen, especialmente considerando las distancias relativamente cortas del continente. Este problema se agrava en verano, cuando el número de vuelos aumenta significativamente. Ciudades como París o Berlín están a aproximadamente 1.000 kilómetros de muchas otras capitales europeas, lo que sugiere que podrían evitarse algunos vuelos.

Expertos han señalado repetidamente el alto impacto ambiental del tráfico aéreo. Linda Christensen, investigadora emérita danesa, ha destacado esta problemática recientemente. Christensen menciona que resulta incoherente investigar sobre el impacto climático de los viajes y luego viajar en avión, por lo que decidió usar solo trenes para desplazamientos por Europa, aunque le lleve más tiempo. Christensen, con más de 50 años de experiencia en el transporte danés, admite que solo vuela para asistir a conferencias en lugares lejanos, como Estados Unidos.

Por otro lado, subraya que en vuelos de aproximadamente 1.000 kilómetros, gran parte del trayecto consiste en despegar y aterrizar, con una corta duración en altitud, lo que consume mucha energía en relación con la distancia recorrida. La mayoría de los traslados europeos se realizan dentro del continente, por lo que aumentar la conciencia sobre el impacto ambiental de estos hábitos podría traer beneficios a medio y largo plazo.

La experta sugiere sustituir el avión por el tren, el medio de transporte que menos afecta al clima, ya que la mayoría son eléctricos, especialmente en distancias largas. Cabe destacar que os viajes al extranjero representan más de la mitad de las emisiones de CO2 del transporte danés. Christensen ha investigado los patrones de desplazamiento de los daneses tanto para el trabajo como en su tiempo libre, dentro y fuera del país.

Al analizar el impacto del CO2 en el transporte laboral, los viajes al extranjero representan un tercio del total. Además, los aviones que vuelan a gran altitud contaminan no solo con CO2, sino también con otras sustancias y estelas de chorro, que contribuyen al calentamiento global.

Sumando el impacto total de los vuelos de larga distancia, estos representan un 56% del tráfico total de los daneses, según Christensen. Para reducir este impacto, recomienda viajar al extranjero con menos frecuencia y hacer viajes más largos, lo que no sólo ayuda al clima, sino que también permite una experiencia más enriquecedora durante el viaje.

¿Cómo afecta al medio ambiente?

El informe «El espejismo de volar verde» revela que un vuelo internacional genera casi 400 gramos de CO₂ por kilómetro y pasajero, mientras que uno nacional supera los 700 gramos, en contraste con los 14 gramos generados por el tren. Greenpeace destaca que incluso estimaciones más conservadoras muestran que volar contamina cinco veces más que viajar en tren. La construcción de vías ferroviarias tiene un impacto inicial, pero su larga vida útil justifica la inversión ambiental, a diferencia de los aviones que contaminan constantemente.

El Parlamento Europeo advierte que para 2050 las emisiones de la aviación internacional podrían alcanzar el 22% de las emisiones globales. La industria está explorando combustibles sostenibles, compensación de emisiones y el uso de hidrógeno, aunque Greenpeace señala que estas soluciones son a largo plazo y no abordan el problema inmediato. La organización pide una fiscalidad justa que refleje el verdadero coste ambiental de la aviación y promueva alternativas sostenibles.

Finalmente, el sector propone el hidrógeno como una solución viable a medio plazo y combustibles sintéticos como el queroseno, aunque estos son muy caros.

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