Crítica de ‘Twisters’: Lee Isaac Chung domina el caos y recupera el mejor cine de los 90
Se trata de un reboot de la mítica cinta de Jan de Bont.
El director de ‘Twisters’ no quería que la película abogase por el cambio climático
Ya en cines: Santiago Segura contra el temporal blockbuster de ‘Twisters’
Según Glen Powell, ‘Twisters’ tiene una de las secuencias de acción más increíbles de la historia
Tráiler de 'Black Bag': lo nuevo de Steven Soderbergh con Michael Fassbender y Cate Blanchett
Prime Video tiene la película de época española que triunfa en 2024: una historia real que estremece
Hollywood vive una crisis creativa sin precedentes, donde las franquicias han terminado por imponer (no sin riesgo) un statu quo de productos rentables. Así, cada año tenemos nuevos remakes, spin-offs, secuelas tardías y reboots que reciclan los grandes éxitos de una industria en decadencia, donde los cineastas cada vez tienen menos voz y donde las grandes major eligen fórmulas adecuadas a la planitud narrativa y por descontado, a la ausencia de cualquier valor cinematográfico. Por suerte, de vez en cuando esas revisiones aciertan y lejos de impregnar las historias con una excesiva verbalización politizada, simplemente se encargan de revivir la esencia del cine espectáculo. Twisters es la resurrección del cine de los 90 en estado puro, desprendiendo el amor por la aventura y una fuerza visual que lejos de desbocarse, ha domado el temporal con pulso firme, huyendo de los efectismos propios del género de las catástrofes naturales.
Dirigida por Lee Isaac Chung, Twisters vive del espíritu naturalista de la Twister original, estrenada por Jan de Bont en 1996. Eso sí, el trabajo de Chung no es una secuela, ni un remake propiamente dicho, aunque comparten grandes similitudes en su trama. Partiendo de la propia base de su sinopsis, ambas se centran en una gigantesca tormenta en Oklahoma y en las dos, se da la existencia de dos equipos con diferente poder adquisitivo, centrados en poder «capturar» estos tornados gigantescos con distintos objetivos. En cambio, su principal diferencia reside en que el trabajo de de Bont se centraba en un matrimonio en horas bajas y en esta última, se articula un desarrollo desde la pérdida, el trauma y la pasión. Virtudes convergentes que articulan una experiencia cinematográfica en salas a la altura de los grandes blockbusters del pasado. Pero ¿cómo ha conseguido convertirse en un entretenimiento que nos transporta al cine de otra época?
Cine sin rodeos: directo a la tormenta
Lejos de ser una propuesta pausada, Twisters se toma su tiempo para crear un universo de compañerismo y unión frente a la brutalidad de la temporada de tornados. El peligro es real y el guion de Mark L. Smith quiere demostrártelo desde el principio, aportando ese valor de reportaje documental que va introduciéndose visualmente con el inserto de planos grabados mediante las cámaras de los protagonistas. Ya sea con los directos de Youtube del equipo de Tyler Owens o con los informes meteorológicos de las noticias, la película permite sumergirnos en un ambiente candente, en esa paz entre tormentas que rezuma la historia.
Por supuesto y al igual que los protagonistas, la acción nos lleva directos al temporal, primando la acción, pero tomándose la calma necesaria de ese sexto sentido o conexión de la protagonista con la meteorología, planteándose casi como una especie de superpoder. Chung no hace aspavientos con la cámara mientras busca casi de forma constante enmarcar a estos héroes en su resistencia contra el desastre y la brutalidad de la naturaleza. Del mismo modo, para superar la monotonía de los escenarios abiertos, el realizador plantea esa puesta en escena derivada del guion, llevando a los personajes a situaciones de acción en diferentes escenarios. Un rancho, una piscina, el pueblo…hasta un cine en el que se da una secuencia espectacular y un colofón particularmente inmersivo cuando se rompe la pantalla de la sala en la que se refugian los supervivientes.
Un casting perfecto
Otro de los grandes méritos del filme es su cuidado casting, comenzando por una Daisy Edgar-Jones que asume todo el peso protagónico desde el comienzo de la historia. Comandando, como un secundario de lujo tenemos a Glen Powell. El norteamericano aplica su ya característica chulería desenfadada redefiniendo lo que significa «molar» en la gran pantalla. Él es en gran parte, el responsable de que Twisters asuma esa condición de blockbuster atípico de nuestros tiempos, con esa forma de actuar tan parecida a lo que fue Tom Cruise hace 30 años, donde quedar bien en cámara parece un don natural. El resto del elenco se completa con Anthony Ramos, David Corenswet, Katy O’Brian, Sasha Lane y Kiernan Shipka.
Espectáculo con un registro social
A diferencia de otras revisiones y actualizaciones con obras del pasado, la cinta tiene cierto revisionismo social, sin en cambio dar lecciones moralistas. Se presenta como un espectáculo que como bien señalaba su director hace algunos días, no podía caer en mensajes ni en abogar por el cambio climático, respetando ese adagio tan puro del cine en el que la máxima es mostrar y no pecar de un exceso de verborrea.
Twisters es un reclamo veraniego y una oportunidad de entretenimiento de calidad que no abusa de sus tecnicismos ni de sus efectos especiales, prefiriendo centrarse en la mayoría de las ocasiones en sus personajes. Dentro de ese marco caótico, Chung domina con calma la escena a través de un gran sentido del oficio y sin renunciar al espectáculo.