Dra. Lucía Galán: «Las vacunas representan uno de los principales avances de la historia de la humanidad»
Fact checked
Este artículo de OkSalud ha sido verificado para garantizar la mayor precisión y veracidad posible: se incluyen, en su mayoría, estudios médicos, enlaces a medios acreditados en la temática y se menciona a instituciones académicas de investigación. Todo el contenido de OkSalud está revisado pero, si consideras que es dudoso, inexacto u obsoleto, puedes contactarnos para poder realizar las posibles modificaciones pertinentes.
El bienestar emocional de los menores enfermos es una cuestión fundamental en la atención médica pediátrica. La enfermedad puede ser un momento difícil y estresante para los niños y sus familias, y el cuidado emocional y psicológico es tan importante como el cuidado físico. Los niños que están enfermos pueden sentirse vulnerables, ansiosos, tristes y estresados, y pueden necesitar ayuda para procesar sus emociones y para mantener una actitud positiva durante su tratamiento.
El bienestar emocional de los menores enfermos es esencial para su recuperación y para su calidad de vida a largo plazo. Al abordar los aspectos emocionales de la atención médica pediátrica, los profesionales de la salud pueden garantizar que los niños reciban el mejor cuidado posible y puedan sobrellevar su enfermedad de manera efectiva. Es el caso de la pediatra y escritora, Lucía Galán, que utiliza una herramienta de entretenimiento como son los cuentos, como una función educativa y terapéutica para ayudar a los niños a comprender el mundo que les rodea y a desarrollar habilidades emocionales y sociales.
Esta pediatra y divulgadora, ha publicado seis obras más con más de 50 reediciones en total: ‘Eres una madre maravillosa’, «El viaje de tu vida», «Cuentos de Lucía», «Mi pediatra 1 y 2″, » La agenda de mi bebé»y «El gran libro de Lucía, mi pediatra». Ahora publica la cuarta edición de los cuentos estacionales, ‘Cuentos de Primavera’ (Timun Mas) el que aborda diferentes temas como las alergias, la analítica de sangre, las fracturas o la importancia de comer fruta, entre otros.
Lucía Galán tiene más de un millón de seguidores en sus redes sociales y su blog es referente en pediatría con más de 40 millones de visitas. Además, es miembro del prestigioso Consejo Asesor de Unicef, organización con la que ha viajado a países como Senegal o Níger en respuesta a su compromiso con la infancia, a la que dedica su vida.
PREGUNTA.- ¿Qué lo inspiró a especializarse en pediatría?
R.- Cuando tuve cinco años, sufrí una sepsis meningocócica con meningitis, una infección muy grave que me mantuvo ingresada durante muchos días en una situación crítica. De aquella experiencia la cual recuerdo cómo si hubiese sido ayer mismo, extraje los aprendizajes más valiosos de toda mi futura carrera profesional. Ahí supe que iba a ser pediatra y además súper qué tipo de pediatra sería y a qué tipo de profesional no me parecería nunca. Fue ahí en ese momento, cuando salí del hospital junto a mis padres cuando les dije: yo de mayor quiero ser «médico de niños» para que ningún niño vuelva a pasar por esto otra vez.
No fue una experiencia agradable, de hecho, tardé años en verbalizar lo que sufrí allí ingresada, aislada, incomunicada y viendo a mis padres solamente una hora al día; pero a pesar de lo difícil que fue todo aquello, le debo mi vocación, mi profesión y mi intento incansable de mirar la vida siempre a través de los ojos de aquella niña que fui.
P.- ¿Cómo describe su enfoque en el cuidado de los niños y sus familias?
R.- Como un todo, que es lo que son. Como un niño o una niña, en la que además de intentar velar por su salud física, también me veo obligada a velar por su salud emocional, tan importante como cualquier enfermedad física que pueda surgir. Pero, es que, además, detrás de ese niño o niña hay unos padres que necesito que estén bien: tranquilos, serenos, estables y bien informados. Porque si ellos están bien, nuestros niños están bien. Por eso, esa visión global e integral de la familia como un todo, y no de forma individual. Cualquier acontecimiento importante que ocurra en casa puede afectar al niño por eso debemos cuidar y acompañar a los padres y madres en este viaje… porque fácil no es y porque todos nos hemos sentido desbordados en algún momento.
P:- ¿Hay suficientes pediatras en la Sanidad Pública para atender la demanda?
R.- Hay pediatras pero las condiciones no son buenas por lo que estos no optan por atención primaria como primera elección. Todos adoramos nuestros trabajos pero todos merecemos unas condiciones dignas, donde podamos dar lo mejor de nosotros sin poner en riesgo nuestra salud mental ni comprometer la atención de los pacientes, que no tienen culpa de nada.
P:- ¿Cuál es la enfermedad o condición médica más común que trata en su consulta?
R.- No podría decir una en concreto. Depende de la época del año. La pediatría es muy estacional. En invierno y otoño: los catarros, las bronquitis, las neumonías, las otitis medias, las gripes y la infinidad de infecciones víricas que contraen en el colegio y escuelas infantiles en los primeros años de vida. En verano y primavera, descienden las infecciones respiratorias y vienen las gastroenteritis, las enfermedades exantemáticas, las otitis externas u otitis del nadador, los accidentes infantiles, las picaduras y sus sobreinfecciones, etc. Y, por supuesto, siempre hay dudas de alimentación, sueño, crianza y un largo etcétera que en ocasiones cobra todo el protagonismo de la revisión del niño sano.
P.- ¿Cuáles son los temas de salud que más preocupan a los padres?
R.- Sin duda, llegar a pensar que su hijo pueda desarrollar una enfermedad grave. Este es el mayor temor de cualquier padre. Por eso, es importante ese mensaje tranquilizador, honesto y realista sin caer en alarmismos innecesarios que tantísima ansiedad genera en los padres hoy en día.
P.- ¿Qué opina sobre la importancia de la vacunación y de los padres que deciden no vacunar?
R.- Las vacunas representan uno de los principales avances de la historia de la humanidad. De hecho, salvan cada año entre 2 y 3 millones de vidas. Su eficacia y beneficio en la población a nivel mundial y en la población infantil en particular es innegable y alejarse de este mensaje pone en riesgo ya no solo la salud de tu hijo, sino su vida.
P.-¿Cree que hay que hacer una labor de divulgación a los padres?
R.- Siempre. Claro que sí. Lo agradecen enormemente. No todo el mundo tiene un acceso rápido, ágil y eficaz a la sanidad. A mí me siguen y me leen, un millón de personas cada día; poder explicar en unos minutos cómo prevenir la muerte súbita del lactante o explicar qué hacer en caso de intoxicación y que estas palabras lleguen a cientos de miles de personas es poderosísimo.
Cada día recibo mensajes en este sentido: «Gracias a tu Gran Libro sospechamos una diabetes en mi hija. Fuimos al hospital y nos dijeron que gracias a haber consultado tan pronto no hacía falta ingresar a nuestra hija en la uci. Gracias por tanto»; por ejemplo.
O hace unos días: «Gracias a tu vídeo de la dificultad respiratoria en bebés supimos que nuestro bebé de 25 días podría tener una bronquiolitis. Te escribimos desde el hospital donde llevamos ingresados varios días. Gracias por tanto».
¿Es o no es grandioso poder ayudar de esta forma? A mí me lo parece. Por eso casi 10 años después, aquí sigo. Para mí es muy gratificante.
P.- ¿Por qué decidió escribir los cuentos? ¿Cree que los cuentos son la mejor manera para hablar de pediatría?
R.- Porque los niños merecen que les contemos lo que les hacemos, lo que ocurre en su cuerpo. Porque, además, les encanta saber y conocerse. En realidad, les interesa muchísimo. Porque además se relajan, se tranquilizan, pierden el miedo a ir al pediatra y aprenden infinidad de temas que les conciernen no sólo de su salud física sino también de su salud emocional y humana: cómo gestionar el miedo, la ira, qué es la empatía o la compasión. Cómo podemos hablar con nuestros hijos de diversidad, de síndrome de Down, de niños y niñas TEA… es maravilloso ver cómo usan mis cuentos en los colegios para abordar estos temas tan necesarios entre los más pequeños.
Es más, siempre pienso que si educamos adecuadamente en salud física y emocional propia y ajena a nuestros niños pequeñitos, no tendremos que hacerlo cuando sean mayores. Y esto es, sencillamente, genial.