Un mal parche intervencionista para la energía

Un mal parche intervencionista para la energía
Un mal parche intervencionista para la energía

El Gobierno trata de vender como un éxito que Bruselas haya aceptado una especie de “excepción ibérica” en materia de energía, para que España y Portugal puedan enviar una propuesta de actuación en los mercados de la energía, amparados en la menor conexión de la Península Ibérica con el resto de la UE en materia energética.

La UE se equivoca al conceder este balón de oxígeno a Sánchez, puesto que da pie a que en España se puedan intervenir peligrosamente los mercados, ya asfixiados por un alto nivel de impuestos y por la ausencia de alternativas eficientes en materia energética, elemento que puede deteriorar, aún más, la situación del mercado energético español. Es verdad que la UE ha concedido esta excepcionalidad a regañadientes, en medio del amago de Sánchez de vetar la cumbre, y también es cierto que no está nada claro que vaya a aceptar el plan que presenten España y Portugal, pero el introducir ese factor de riesgo intervencionista ya es nocivo de por sí.

¿Qué piensa hacer el Gobierno? Limitar los precios. ¿Y qué puede conllevar esta decisión? Unas duras consecuencias. Para empezar, la inseguridad jurídica, donde se abre la puerta a que la evolución de precios en cualquier mercado sensible y esencial pueda tratar de limitarse en cualquier momento solicitando excepciones de este tipo; no es lo más probable, pero se abre esa posibilidad, inimaginable hasta ahora.

Para continuar, la limitación de precios podría hacer que las eléctricas decidiesen disminuir su oferta. ¿O es que piensan, también, obligar a las empresas a producir por ley? Si las eléctricas decidiesen, así, anticipar la parada nuclear o reducir su generación energética conjunta, tendríamos un problema para atender la demanda.

¿Quizás piensa compensar ese precio máximo con gasto público? Sería otra barbaridad, que taparía la ineficiencia de nuestro sistema energético, pero que no lo solucionaría, agravando el problema de gasto y déficit estructurales y deuda exponencial que sufre España.

Por último, ¿va a permitir que las compañías bajen el precio de la energía pero se lo repercutan al consumidor en otro apartado adicional de la factura energética? No solucionaría nada y provocaría la nociva intervención en el mercado.

El Gobierno tiene que hacer dos cosas: la primera, bajar impuestos el margen en el que puede actuar, solicitar a Bruselas un margen adicional para disminuirlos todavía más y reducir aquellos impuestos en los que tiene potestad para hacerlo, como es bajar el tipo impositivo de todos los productos y servicios gravados al tipo general de IVA: no puede cambiar de grupo a los carburantes sin autorización de Bruselas, pero sí que puede reducir el IVA general a todos los grupos. Lo segundo que debe hacer es cambiar su política energética y promover un ambicioso plan de centrales nucleares y autorizar el fracking para extraer gas, elementos que nos harían menos dependientes en materia de energía y que disminuirían mucho el coste energético, con  mejoras, así, en la competitividad de la industria y en el poder adquisitivo de los ciudadanos.

Sánchez propone un mal parche intervencionista en el mercado energético que sólo servirá para disimular, para que parezca que hace algo, pero que enquista el problema en lugar de darle una solución, cuando lo que necesita la economía española son más reformas profundas y menos demagogia publicitaria como la anunciada por el presidente Sánchez.

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