La foto aérea cuestiona la versión de la Guardia Urbana: el cálculo da sólo 120.000 manifestantes
Ni en la manifestación del 8 de octubre en defensa de la unidad de España había sólo 350.000 personas, ni los independentistas han logrado reunir este sábado a 750.000 personas en las calles de Barcelona. La Guardia Urbana del Ayuntamiento de Barcelona, presidido por la alcaldesa podemita Ada Colau, sigue maquillando las cifras para favorecer los intereses de los separatistas.
Las imágenes aéreas de la manifestación de esta sábado, convocada para exigir la puesta en libertad de los golpistas que se encuentran en prisión, permiten realizar un cálculo mucho más objetivo. En lugar del tradicional desfile de antorchas, que se les podría haber ido de las manos, la ANC y Òmium han tenido la feliz idea de pedir a los asistentes que encendieran las luces de sus móviles.
Este efecto óptico ayuda a delimitar el recorrido real de la manifestación en su momento de mayor afluencia: los asistentes llenaban el tramo de la calle Marina comprendido entre la Gran Vía de les Corts Catalanes y la avenida Icaria, donde se encontraba instalado el escenario.
Esto supone un recorrido de 1,6 kilómetros. Dado que la calle Marina tiene 20 metros de anchura, supone una superficie ocupada de 32.000 metros cuadrados. Un cálculo mucho más optimista, incluyendo a los manifestantes que rodeaban los aledaños del escenario situado en la avenida Icaria, puede ampliar esta superficie hasta los 40.000 metros cuadrados. Suponiendo que los manifestantes estuvieran muy apretujados y hubiera tres personas por metro cuadrado, la conclusión es que los organizadores han logrado reunir como máximo 120.000 personas.
Otros usuarios de las redes sociales han realizado un cálculo de 45.000 metros cuadrados ocupados en el recorrido, lo que arrojaría la presencia de un máximo de 135.000 personas. En ambos casos, una cifra muy alejada de los 750.000 asistentes contados por la Guardia Urbana. Más aún, teniendo en cuenta que la ANC y Òmnium –que durante los últimos años ha recibido subvenciones públicas millonarias para promover el independentismo– habían fletado cerca de 900 autobuses desde todos los rincones de Cataluña.
No es la primera vez que la Policía Local de Ada Colau maquilla las cifras para favorecer la propaganda de los separatistas. En las dos últimas manifestaciones celebradas en Barcelona en defensa de la Constitución, que lograron reunir a cerca de un millón de personas, la Guardia Urbana redujo la participación a menos de 350.000.
Lo cierto es que hay síntomas claros de que el independentismo se está deshinchando en las calles por puro agotamiento. Más aún después de que la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell haya reconocido ante el juez que la declaración de independencia fue un mal chiste, «sin efectos jurídicos», que ha provocado la huída de más de 2.200 empresas de Cataluña. Entre ellas, los grandes bancos y casi todas las multinacionales.
La huelga general del pasado miércoles, convocada por el asesino de Terra Lliure Carles Sastre, demostró que los independentistas tienen cada vez menos capacidad de movilización. Eso sí, pequeños grupúsculos de apenas una veintena de personas lograron cortar las principales carreteras de Cataluña, provocando colapsos de varias horas, ante la pasividad de los Mossos d’Esquadra ahora controlados por el Ministerio de Interior.