Llegan curvas para la economía mexicana
La economía mexicana ha vivido en 2019, a falta de finalizar el año, lo que puede llamarse como uno de los peores años para el crecimiento económico de sus últimos tiempos. Las tasas de crecimiento previstas por los analistas, con los que el presidente Andrés Manuel López Obrador (también conocido como AMLO) y sus adeptos discrepaban, muestran que la economía mexicana se encuentra estancada.
El tercer trimestre del año deja un sabor bastante amargo para los ciudadanos mexicanos, tras cosechar la primera, y muy temida, contracción en el PIB. Una contracción a la que podría sumarse, de no estimularse la economía y dinamizar los crecimientos, una recesión técnica si se sucediese el mismo escenario en el cuarto trimestre del año. Una situación que debería poner en alerta a un presidente que sigue negando unos hechos más que evidentes. Unos hechos a los que solo se les puede combatir con políticas, no con discursos negacionistas.
En un escenario donde la economía global se encuentra inmersa en una desaceleración sincronizada, México podría comportarse de la misma forma que lo hacen otros países. Es decir, aplicando políticas que, como poco, garanticen la sostenibilidad de una economía débil como la mexicana, ante un escenario complicado como el que se presenta.
Si observamos los datos de crecimiento la economía mexicana está navegando en crecimientos nulos durante todo el año. Las lecturas que se han ido haciendo a lo largo del año, pronosticaban una realidad muy distante de la percibida por los mandatarios. Una realidad que deja la tasa de crecimiento de la economía mexicana muy distante de ese 2% que preveía el presidente y su equipo económico a principios de año. Las previsiones habían sido muy cuestionadas por los analistas y ahora vemos que de forma acertada.
Pero, ¿cuál es el impacto sobre la economía real del país? El estancamiento de la economía mexicana, en primer lugar, tiene un primer efecto a corto plazo sobre el empleo. El país centroamericano está perdiendo dinamismo en la creación de puestos de trabajo, pues la desaceleración económica y la tortuosa situación está llevando a los empresarios a mostrar un comportamiento más cauteloso, así como un menor beneficio por la caída de la actividad económica y el consumo. Los datos así lo reflejan. Mientras que a principio de año veíamos un ritmo de creación de empleo cercano al 4%, ahora, en contraste con el dato manifestado, se sitúa en el 1,9%.
En segundo lugar, el consumo registra un menor dinamismo. Sumado a la caída que está viviendo la industria en el país muchos puestos de trabajo podrían verse en peligro dado que, ante el escaso aumento del beneficio de las empresas, estas podrían prescindir de determinados gastos para garantizar y solventar los problemas de rentabilidad que atraviesan.
En tercer lugar, nos encontramos con el cuestionamiento del programa económico y social del presidente AMLO. Su plan económico está basado en tasas de crecimiento poco creíbles, lo que podría hacer peligrar las cuentas en el país.
La posibilidad de sufrir desviaciones en la recaudación pública posee un grado de probabilidad alto, lo que compromete el propio gasto público y las políticas sociales; pudiendo ser necesario el endeudamiento para afrontar los compromisos adoptados en el plan económico de principios de año.
Este fenómeno nos puede llevar a conclusiones como que los servicios sociales que precisa el país, en un escenario donde la economía no permite incrementar el gasto público y en un entorno donde la debilidad fiscal ya era excesivamente arriesgada, puedan verse comprometidos e incumplidos. Incumplidos no porque el propio presidente no haya querido hacerlo, sino porque los diagnósticos que tomó como referencia eran completamente propagandistas, pues trataban de vender humo a una sociedad que, en estos momentos, se topa con la realidad.
El presidente López Obrador debe centrar sus esfuerzos en revertir el discurso y dejar de prometer falsos crecimientos. Para revertir la situación lo primero que se necesita es un buen diagnóstico que permita mover ficha de forma estratégica y no arbitraria, como sí se ha hecho hasta ahora.
La situación vuelve a mostrarse complicada para la principal economía hispanoamericana, por lo que los planes deben ir alineados al contexto y no, como decía el economista Thomas Sowell, a los deseos utópicos.
Temas:
- Desaceleración
- México