Clasificación Mundial 2026: Turquía-España

Obra maestra de España

Majestuoso partido de España que aniquiló a Turquía en una monumental exhibición de fútbol

Tres de Merino, dos de Pedri y Ferran Torres firmaron los goles de la selección de Luis de la Fuente, que ya tiene un pie en el Mundial

Así fue el set de España ante Turquía

turquia españa
España goleó 0-6 a Turquía.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Fue una obra de maestra. Una puñetera obra de arte. Un partido perfecto, una oda al fútbol, una sinfonía con la pelota la que España interpretó ante Turquía. Los nuestros ganaron 6-0 e hicieron méritos para lograr la docena de goles. Luis de la Fuente ha convertido a la selección española en una máquina (casi) perfecta, capaz de entender el fútbol en todas sus aristas con un repertorio inacabable. Tres de Merino, dos de Pedri y uno de Ferran Torres fueron los goles que sirvieron para aniquilar a la selección turca, incapaz de contener el tsunami futbolístico de los nuestros. ¿Por qué no empieza el Mundial mañana?

Luis de la Fuente hizo con la alineación de España lo que una influencer nunca debe hacer con un vestido: repetir. Eligió ante Turquía a los mismos once muchachos que se dieron un paseo por Sofía para derrotar a Bulgaria en un decir amén. En lo que regresan Carvajal, Laporte y Rodri estos son sus favoritos y con ellos saltaba al morrocotudo campo del Konyaspor, estadio elegido por la selección otomana más por amuleto que por tradición.

Por si alguno no vio el partido de Bulgaria –porque, como le dijo El Gallo a Ortega y Gasset, «hay gente pa to»–, dejaremos constancia aquí de la alineación de España: Unai Simón; Porro, Huijsen, Le Normand, Cucurella; Zubimendi, Pedri, Merino; Lamine Yamal, Nico Williams y Oyarzabal. Otrosí diremos que a Turquía la lideraba el pequeño Arda Güler, jugador virtuoso y frágil del Real Madrid, otrora olvidado en el banquillo por Ancelotti pero recuperado en un pispás para la causa por obra y gracia de Xabi Alonso.

Pero Turquía, arrendador del famoso «infierno turco», es mucho más que Güler. También tiene a jugadores contrastados como Calhanoglu (Inter) o Yildiz (Juventus), además de un bloque sólido bien comandado desde el banquillo por el italiano Montella. Vamos, que a priori el partido no iba a ser un paseo como el que nos dimos por Bulgaria.

Y se vio a las primeras de cambio. Espoleados por su bullicioso público, Turquía apretó muy arriba. En un minuto ya habían hecho echarse al suelo a Unai Simón para detener un disparo de Calhanoglu. Trató España de contener las acometidas turcas asiéndose a la pelota como un náufrago a un madero. Lo hicimos y a los cuatro minutos Nico Williams tuvo en sus botas el 0-1. Lo evitó Cakir con un paradón con la mano siniestra. Y con la derecha sacó un minuto después el tiro de Pedri desde el pico del área grande.

España avasalla

Pero a la tercera fue la vencida. Tras dos minutos de posesión exclusiva España abrió el marcador. Participó medio equipo en una jugada bellísima, casi de ciencia ficción, cosida con delicadeza toque a toques. La pelota llegó a los pies de Pedri, sentó a su par con un quiebro de cadera, levantó la pelota y se la puso a Cakir pegadita a su poste izquierdo en un disparo que hizo su estirada más inútil que el maquillaje de Pedro Sánchez. Fue un gol imponente, poesía escrita con los pies, que habría silenciado a cualquier público del mundo. Bueno, a cualquiera menos al público turco.

Respondieron los locales con una jugada cosida por su banda izquierda que abrochó Elmaci con un tiro cruzado que se fue por poco junto al palo izquierdo de Unai Simón. Pero España es mucha España. De nuevo Cakir evitó sendas ocasiones de nuestra selección, la segunda en una jugada de Lamine Yamal de esas que sólo hacen los elegidos. Se puso el traje de Messi y, aunque puede que pecara un poco de chupón, sentó a cuatro rivales y definió con un disparo a media altura al que respondió el meta de Turquía con una palomita.

Huijsen gobernaba el partido desde atrás como si tuviera 35 años, Zubimendi marcaba el compás por el medio, Pedri disfrutaba en el patio de su casa, mientras que Lamine y Nico destilaban veneno en cada carrera, en cada desmarque, en cada regate. Hubo que esperar 20 minutos para que Arda Güler se asomara al partido con un magnifico pase a Akturkoglu, que acabó estrellando su remate contra el poste. Susto que no fue tal porque el colegiado señaló fuera de juego.

El gol del siglo

La respuesta de España fue lograr el gol del siglo, un gol imposible. Perfección pura. Belleza extrema. Fueron un total de 25 pases a uno o dos toques para un total de 66 toques en el que participaron los once jugadores del equipo incluido Unai Simón. Pero lo que hicieron en el área entre Cucurella, Nico, Oyarzabal y Mikel Merino es, sencillamente, imposible. El jugador del Arsenal fue el encargado de marcar el 0-2 que hundía a Turquía. Y el partido habría quedado más que visto para sentencia si Lamine Yamal no se hubiera puesto el traje de otro argentino, esta vez Higuaín, para echar a las nubes un pase de la muerte que sólo tenía que empujar desde la frontal del área pequeña. El joven crack español no se podía creer lo que acaba de fallar.

También Turquía tuvo otra, pero Unai Simón sacó un pie milagroso a lo Casillas al tiro de Yildiz dentro del área. En la jugada de vuelta fue esta vez Nico Williams el que se topó con Cakir, atentísimo, en otro mano a mano dentro del área. España lo estaba bordando y no llevaba ya una manita en su casillero porque el portero turco las estaba parando hasta con las orejas. No se rindieron los locales, que trataron de acortar distancias pero se daban de bruces con el gigantesco Huijsen.

El lunar de España era Lamine Yamal, que falló su tercer gol cantado en el partido después de que Pedri le diera una pelota en ventaja y él, obcecado con celebrar su propio tanto, se pusiera orejeras mientras conducía la pelota y no viera solito a Oyarzabal al que sólo le faltó encender la linterna del móvil para que le viera. Las prisas de Turquía por hacer un gol dejaban enormes espacios a la espalda de su adelantada defensa.

Turquía se suicida

Los locales afilaron sus cimitarras y repartieron tres sablazos que el colegiado Michael Oliver dejó impunes. España seguía a lo suyo: llegar al área y fallar ocasiones. En el 35 la tuvo Nico, que se trastabilló dentro del área cuando estaba a punto de anotar el 0-3. El planteamiento de Turquía rayaba lo suicida. Sólo la falta de puntería de Nico y Lamine y la inspiración del meta Cakir habían evitado la goleada de la selección española.

Otra mala noticia en vísperas del descanso: Nico Williams se echó al suelo. Su adductor izquierdo había dicho basta. Le suplió de inmediato Ferran Torres, que salió sin calentar. Tocada por la lesión del extremo del Athletic, aún le daría tiempo a España a marcar el merecidísimo 0-3. Lo hizo Mikel Merino, doblete el suyo en la primera parte, después de otra jugada coral en la que Pedri volvió a hacer magia entre piernas otomanas.

De ahí nos fuimos al descanso con el regusto de un primer tiempo sencillamente perfecto de la selección española. Siguió dominando España en la segunda mitad y siguieron los turcos atacando a la desesperada. Montella trató de frenar la sangría con los cambios, sabedor de que no podía perder un partido que ya tenía perdido. Y mientras se los pensaba le cayó el cuarto. Esta vez fue un contragolpe que galopó Pedri con Turquía totalmente destapada atrás. Nadie le salió al paso mientras le acompañaban sus compañeros Lamine y Ferran. El primero asistió y el segundo no perdonó en el mano a mano.

Cuatro, cinco, seis…

Y tras el cuarto vino el quinto. A la carrera. Recuperó Lamine, se apoyó en Zubimendi, que se la devolvió. No regresó (casi) nadie en Turquía. Merino recibió a diez metros del área grande. Nadie le salió al paso. Levantó la cabeza, apuntó y se la coló a Cakir junto a su palo derecho con un tiro elegante y bombeado. Pues nada, hat-trick para el centrocampista del Arsenal.

Y después del quinto, ya saben, el sexto. Otra obra de arte, también a la contra. Esta vez la jugada la cocinó Oyarzabal con elegancia y clase. El realista asistió a Pedri, que se plantó ante Cakir y se la coló a su izquierda. España era un tsunami futbolístico de una incontinencia abrumadora. Turquía estaba recibiendo una de las mayores palizas de su historia, si no la mayor. En mitad del diluvio y del recital, Luis de la Fuente hizo debutar a Jorge de Frutos y también sacó a Fermín. Dio descanso a Pedri, inmenso, y a Oyarzabal, otro que se había salido.

Al partido todavía le quedaban 20 minutos más el alargue pero ya no tenía historia. De la Fuente dio minutos a Morata y Rodri y retiró del campo a Zubimendi y Lamine Yamal. Con el partido ya roto, Morata tuvo la ocasión de reivindicarse con el gol pero decidió ser generoso y dársela a De Frutos para que se estrenara en su debut. Sólo la puntera de un defensa turco evitó el séptimo.

En los últimos minutos España levantó el pie y no quiso meter más goles. Turquía intentó al menos maquillar la humillación futbolística pero ya no le daba. El naufragio total de los locales, empezando por el invisible Güler, contrastaba con la euforia de los nuestros, que firmaron el mejor partido de la era Luis de la Fuente y presentaron su candidatura, puede que la más firme de todas, para ganar el Mundial. Aunque para eso todavía quedan muchos meses por delante.

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