Pablo Cambronero presenta dos libros sobre su experiencia en el Congreso: «Vivimos en una dictadura»
Como Una hormiga contra el sistema. Así se sintió durante años y así ha titulado su primer libro Pablo Cambronero. El ex diputado de Ciudadanos primero y del Grupo Mixto después, vuelve a la Cámara Baja para recordar su actividad como parlamentario independiente tras abandonar el partido naranja en 2022 por discrepancias con la dirección de Inés Arrimadas.
Comenzó entonces una acción de control al Gobierno mediante preguntas escritas que lo convirtió en el diputado que más preguntas ha firmado en la historia. De aquellas, más de 1.400, el ahora también escritor ha recopilado 100 que representan su lucha por incluir medicamentos contra el cáncer en el sistema público de salud, acabar con los inconstitucionales estados de alarma, o fiscalizar la acción del ex ministro socialista José Luis Ábalos.
La idea de escribir esta «antología del disparate» fue del también ex diputado y empresario Marcos de Quinto, que así define el libro tras estudiar las respuestas del Gobierno, y que también firma un prólogo en el que deja claro cómo Cambronero trabajó durante meses «en la más absoluta de las soledades, habiéndosele negado la posibilidad de intervenir en los plenos e, incluso, negándole todos aquellos medios a los que como diputado tenía derecho». La situación llegó a tal punto que no se le asignó el despacho que corresponde a cada parlamentario y trabajaba desde la cafetería del Congreso.
Casi a la vez, publicaba La dictadura de la apatía. Un ensayo en el que medita sobre «la progresiva e imparable domesticación de Occidente». Y es que, afirma Pablo Cambronero que «vivimos en una dictadura» y que «si dudas, te conviertes en enemigo del sistema». Con prólogo de otro antiguo compañero de filas, Juan Carlos Girauta -ahora diputado de Vox en el Parlamento Europeo-, se critica el «afán de control y supervisión del Ejecutivo». Y, sobre todo, la desidia con que lo acepta, según el autor, la mayor parte de la población. «Tengo que admitir con frustración que «nos la suda todo», y nos la suda fuerte», escribe con amargura.
Ambos, sin embargo, plantean ideas y posibles soluciones para combatir «el wokismo» con la «guerra sociocultural que se libra en las calles, las escuelas y los parlamentos».