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Los ataques de Iglesias a la prensa molestan a los ministros del PSOE pero Sánchez no piensa atajarlos

Irene Montero
Pablo Iglesias e Irene Montero. (Foto: Europa Press)
Joan Guirado

Preocupación en Moncloa por los ataques constantes del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, a los medios de comunicación críticos y a determinados periodistas. A los ministros socialistas no les hace ninguna gracia la actitud de Iglesias -que puede llegar a costar una sanción de Bruselas a España igual que pasó con Hungría y Polonia- disparando constantemente contra grandes medios y comunicadores que, con su trabajo, destapan la implicación del vicepresidente en el caso Dina. El único que asiste impasible a la tempestad, blindado por su equipo de la polémica, es el presidente, Pedro Sánchez, que no quiere hacer tambalear la coalición a cuenta de los ataques de su «colega» Iglesias.

La actitud del número tres del Gobierno está provocando una fuerte desazón en varios círculos monclovitas. Al director de Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo, no le gusta nada la deriva que está cogiendo la polémica. Desde su despacho, donde se dirige la estrategia gubernamental, se intenta frenar sin éxito el escándalo y las salidas de tono del vicepresidente de Derechos Sociales. Tampoco les gusta la situación a algunos ministros socialistas que mantienen una buena relación con los periodistas, incluso con aquellos que no les son tan favorables en su día  adía. En las últimas horas varios miembros del Gabinete y dirigentes del PSOE le han trasladado a Pedro Sánchez su malestar por la situación que está generando Pablo Iglesias con sus declaraciones.

Este martes, el vicepresidente tuvo que responder múltiples preguntas de los periodistas sobre el caso Dina desde la sala de prensa del Palacio de La Moncloa. Acompañado de la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, y de los ministros de Justicia y Transportes, Juan Carlos Campo y José Luis Ábalos, no aprovechó su comparecencia para retractarse de los insultos y ataques contra varios comunicadores, como el director de OKDIARIO, Eduardo Inda. Es más, con el logo del Gobierno de fondo, el líder de Podemos animó a «naturalizar los insultos en las redes sociales».

En el PSOE se ven «arrastrados» por las conductas del líder de Podemos. Son conscientes del «daño que nos hace» la actitud del vicepresidente, pero asumen que Sánchez no actúe. Consultados por este periódico, varios dirigentes del PSOE admiten que «la coalición es muy frágil y cualquier crítica puede provocar una ruptura que no nos podemos permitir». De hecho, ahora tanto Sánchez como gran parte de sus compañeros en el partido celebran que, pese a esa debilidad, el Ejecutivo haya salido «consolidado» de la gestión de la crisis sanitaria.

Pedro Sánchez, blindado

Moncloa no va a mover ni un dedo para salvar al vicepresidente segundo del Gobierno en el caso Dina. Cada día más acorralado por los tribunales, que en cuestión de semanas podrían dirimir si tuvo responsabilidad penal o no en el asunto, en el Gobierno no quieren que este caso les pueda salpicar. Buena muestra de la soledad de Iglesias con el asunto que utilizó en campaña presentándose como víctima es cómo ni Montero, ni Ábalos ni Campo salieron a respaldarle en la rueda de prensa de este martes. Hace unos días, María Jesús Montero afirmaba que «este Gobierno siempre respeta las investigaciones judiciales y sus tiempos» mientras dejaba claro que no iba a ser «intérprete del señor Iglesias».

Presidencia ha decidido blindar al jefe del Ejecutivo de las informaciones que a diario apuntalan la implicación del vicepresidente en el caso y ha ordenado silencio. Así se ha exigido también al resto de miembros del Gabinete, a quienes se les ha pedido que pasen de puntilla a las preguntas de los periodistas. Desde Lisboa, tras reunirse con el primer ministro portugués António Costa, Pedro Sánchez evitó responder a las cuestiones que le plantearon los periodistas que viajaron hasta la capital lusa.

Se teme por su imputación

Cada día que pasa, en Moncloa crece el temor a que el vicepresidente segundo acabe siendo investigado en la causa que en la actualidad instruye el juez García-Castellón. Si el magistrado de la Audiencia Nacional ve indicios claros de la comisión de delito por parte de Iglesias, tendrá que remitir una exposición de motivos razonada al Tribunal Supremo.

Por su condición de aforado, como diputado y miembro del Gobierno, será el alto tribunal quien decidirá si debe solicitar el suplicatorio o no al Congreso de los Diputados, antes de ser investigado formalmente. Eso se podría producir en el mes de diciembre, ya que los plazos son lentos. Antes,  Podemos y el PSOE podrían escenificar una ruptura en función de lo que voten los socialistas en la petición del suplicatorio.

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