La reforma de Díaz no acaba con la temporalidad 3 años después: son el 62,5% de los contratos en agosto
Alrededor de 650.500 contratos en agosto fueron temporales pese a la reforma laboral
La reforma laboral de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no ha logrado acabar con la temporalidad tres años después de su implementación. Así lo reflejan los datos que ha publicado su propio departamento este martes. De hecho, las estadísticas reflejan que el 62,5% de los contratos que se firmaron en el octavo mes de 2024 eran temporales, alrededor de 650.500.
Esta cifra está lejos de los 390.000 contratos indefinidos, que supusieron tan sólo el 37,47% del total y que, además, fueron un 7% menos que en el mismo periodo del año pasado.
El resto de los contratos fueron fijos-discontinuos, que son aquellos que mandan a la inactividad de forma periódica a los trabajadores y cuya formulación se creó, supuestamente, para acabar con la temporalidad.
Los efectos de la reforma de Díaz
Una temporalidad que, sin embargo, no cesa. De los 1.040.159 contratos firmados en agosto, la mayoría fueron temporales. Es más, esta cifra es un 4,5% inferior a la obtenida en el octavo mes del 2023, por lo que el mercado laboral también ha mostrado una contracción.
Si se analizan los datos de todo lo que va de año, la cosa no es mucho mejor. En los primeros ocho meses de 2024, se han firmado cerca de 10 millones de contratos laborales en España, lo que representa una disminución del 1,8% en comparación con el mismo período de 2023.
De estos contratos, 4,21 millones han sido indefinidos, lo que significa una disminución del 4,4% en relación con el año anterior. Por otro lado, 5,77 millones han sido contratos temporales, lo que muestra un ligero incremento del 0,1% respecto al año pasado.
La reforma laboral de Díaz decretó el contrato indefinido como la modalidad estándar, eliminó los contratos por obra o servicio, e implementó medidas para desincentivar los contratos de muy corta duración mediante una penalización en las cotizaciones empresariales.
Además, la medida borró la diferencia entre contratos fijos periódicos y fijos-discontinuos, estableció una nueva definición del concepto de fijo-discontinuo y determinó tanto la posibilidad de que, a través de esta modalidad, pudieran llevarse a cabo las actividades realizadas al amparo de contratas mercantiles o administrativas, como la de formalizar un contrato fijo-discontinuo entre una empresa de trabajo temporal y una persona contratada para ser cedida.
Sin embargo, la política gallega no ha conseguido su objetivo de eliminar la temporalidad del mercado laboral español, pues este tipo de contratos se vuelven a imponer sobre el total.
La temporalidad se vuelve a imponer
Además, los analistas advierten que el aumento de indefinidos tampoco se traduce en una mejora de las condiciones laborales de los españoles. En concreto, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ya había advertido que la reforma laboral convertía numerosos contratos temporales en indefinidos, pero elevando la «mortalidad» de los indefinidos ordinarios.
Es decir, la organización ha asegurado que, aunque se firman más relaciones laborales de este estilo, la duración de esta modalidad es menor. El informe llevó a cabo una evaluación inicial de la reforma laboral de 2021 utilizando una base de datos que abarca todos los registros diarios de creación y eliminación de afiliados a la Seguridad Social.
Según las conclusiones de Fedea, a pesar de que la reforma laboral ha resultado ser «muy eficaz» en la disminución de la tasa de temporalidad «contractual», no ha sido tan efectiva en la mitigación de la precariedad o inestabilidad laboral, ni en la reducción de la tasa de temporalidad «empírica».
Fedea señala que la estrategia seguida por la reforma española ha consistido en restringir «drásticamente» el recurso a los contratos de duración determinada o temporales «sin variación alguna de la flexibilidad de los contratos indefinidos ordinarios».
Varios años después, las conclusiones de Fedea suenan optimistas, pues los nuevos datos indican ese aumento de la contratación temporal que, además, no se ha centrado sólo en los meses estivales, sino que se perpetúa en el tiempo.