Adiós para siempre al papel higiénico que conocíamos: el cambio que está disparando sus ventas
La marca Charmin sorprende con un nuevo diseño para su papel higiénico
La razón por la que deberías dejar de usar papel higiénico inmediatamente, según una experta de Harvard
Jamás tires los rollos de papel higiénico


Durante décadas, el papel higiénico ha sido uno de esos objetos cotidianos a los que apenas prestamos atención. Al margen de la fiebre que hubo por él en pandemia, en el día a día, sabemos que está en el baño, y que cumple su función cuando se le necesita. De hecho, es uno de los elementos de higiene que ha evolucionado muy poco desde su invención hace más de un siglo, y salvo algunas versiones más suaves o de doble capa, parecía un producto que ya no podía dar más de sí. ¿Qué se puede innovar en algo tan sencillo? Esa era, al menos, la percepción general.
Sin embargo, lo que parecía un mercado plano y sin sorpresas está viviendo una pequeña revolución, si tenemos en cuenta que ha sido un simple y ligero y pequeño cambio, pero que ha logrado impactar las ventas de una gran empresa en solo unos meses, de modo que merece la pena saber de qué estamos hablando. La clave de este giro inesperado viene de la mano de Charmin, la conocida marca de papel higiénico de Procter & Gamble. Tras cinco años de investigación, han desarrollado un nuevo sistema de perforación que abandona la línea recta tradicional y apuesta por un diseño ondulado. Un pequeño detalle, a simple vista casi insignificante, que ha logrado resolver uno de los problemas más molestos y universales: que el papel no se rompa por donde debe. Y sí, por sorprendente que parezca, ese cambio tan mínimo está arrasando en ventas.
El cambio que llega para el papel higiénico
Lo que Charmin ha bautizado como Smooth Tear es mucho más que una línea ondulada. Detrás de esa nueva forma hay un trabajo técnico milimétrico en el que han intervenido ingenieros, diseñadores y especialistas en materiales. El objetivo era claro: conseguir que el papel se desgarrase justo por donde el usuario quiere, sin tirar de más, sin frustraciones y sin desperdicio. Puede parecer una tontería, pero basta con recordar cuántas veces hemos arrancado media hoja sin querer para entender que, en realidad, no lo es.
Este nuevo patrón no es simplemente una cuestión estética. Está diseñado teniendo en cuenta la fuerza con la que solemos tirar, el ángulo de la mano, e incluso detalles tan particulares como si somos zurdos o diestros. De este modo, se ha calculado cada curva para que se rompa de forma limpia y precisa, independientemente de la posición del rollo o de las condiciones del baño.
Ver esta publicación en Instagram
Un proceso de alta ingeniería… para el baño
Lo que hace unos años podría parecer casi una broma, el hecho de dedicar años de investigación al papel higiénico, hoy se entiende como una muestra de cómo la tecnología puede mejorar incluso los aspectos más básicos de nuestra vida diaria. En los laboratorios de Procter & Gamble y otras compañías como Kimberly-Clark, este tipo de innovación es cosa seria. Allí se han probado cientos de prototipos, con distintas texturas, resistencias y comportamientos frente al agua o la humedad. Y sí, también se han tenido en cuenta los ritmos de producción industrial, que deben adaptarse a este nuevo diseño sin comprometer la eficiencia.
Crear una línea de ruptura que funcione tanto para el usuario como para las máquinas no es tarea fácil. Se utilizan cilindros rotatorios, cuchillas con formas específicas, sincronización perfecta entre piezas… todo para que ese gesto tan simple de tirar del papel funcione como debe, cada vez. Puede que el usuario final no lo vea, pero detrás hay una maquinaria de precisión funcionando al milímetro. Y es precisamente ese esfuerzo lo que está marcando la diferencia.
El método que ha disparado las ventas de Charmin
Barry Kudrowitz, experto en diseño de productos, tiene un término para este tipo de avances: innovación incremental. No se trata de cambiar radicalmente lo que ya existe, sino de mejorar pequeños aspectos que tienen un gran impacto en la experiencia del usuario. Y eso es exactamente lo que ha hecho Charmin. No han reinventado el papel higiénico, simplemente han hecho que funcione mejor. Sin necesidad de cambiar hábitos ni aprender nada nuevo. Solo usarlo, como siempre, pero con mejores resultados.
Esto contrasta con soluciones más disruptivas, como el bidé o los inodoros japoneses de última generación, que siguen sin calar del todo en ciertas culturas. El papel higiénico ondulado no genera rechazo, porque no exige ningún cambio en la rutina del usuario. Y, sin embargo, ofrece una mejora tangible. Según los datos de la propia compañía, esta simple modificación ha supuesto un incremento del 5 % en las ventas y ha disparado la satisfacción de los consumidores.
El éxito de este pequeño gran cambio demuestra que, incluso en mercados que parecen estancados, todavía hay margen para innovar. En un mundo donde casi todo lo esencial ya está inventado, noticias sorprendentes como esta son acogidas y al final, acaban cambiando las reglas del juego. Veremos cuánto tarda el papel higiénico ondulado en llegar a España, de la mano de alguna marca patria o quizás, alguna marca blanca o de supermercado saque su propia versión.