Pilar quería vender su casa de Vic, en Barcelona. Había conseguido plaza fija en un ambulatorio de Reus y dejó que una agencia la enseñara a unos posibles compradores pero ocurrió esto: «llegó el okupa, empujó a todo el mundo, se sentó el sofá y dijo que no se iba, que le gustaba».
Durante el confinamiento la ‘okupación’ de casas vacías ha aumentado y con la justicia saturada por acumulación de procesos, el desahucio puede prolongarse durante meses.